Una presidente que da un mensaje a la nación de cinco horas no tiene las prioridades en orden ni la capacidad de síntesis para una ejecución eficiente y oportuna; peor aún si está acompañada por un premier que funge de corifeo, y que su mayor triunfo ha sido mantenerla blindada de la prensa y las merecidas críticas de la población.
Madeleine Osterling
Los bulos cotizan al alza en los discursos a la nación de Boluarte. Su estrategia es aburrir, confundir y distraer para que se fijen en lo accesorio como la extensión.
Debió empezar con una rendición de cuentas de las razones por las que sus promesas del año anterior solo se cumplieron en un 25%. Ni una sola palabra.
Los jueces poseen las llaves del paraíso de la impunidad y, sobreviviendo a sus propias contradicciones, otorgan medidas cautelares indiscriminadamente.
Prefiero no escuchar a Boluarte que tener que soportar sus evasivas o su impostado resentimiento. Todo político está expuesto a preguntas incómodas, pero ella no las soporta, las evade sin mayor inteligencia o elegancia, virtudes de las que evidentemente carece.
Boluarte bien podría ser un holograma, es inaceptable su falta de presencia en la conducción del país. Decir que gobierna es una benigna exageración, pero que lo hace de manera remota porque se toma una foto supuestamente despachando desde algún lugar del exterior, es una tomadura de pelo; es una desconectada en su propio país.
Seguimos perdiendo competitividad, nuestra otrora buena reputación como un escenario fértil para la inversión, se va desvaneciendo y ello, nos impacta a todos. El principal responsable es el Estado, que se ha vuelto en el mayor enemigo del inversionista, a pesar de la prédica populista de sus funcionarios.
Cada votación del Congreso es una oportunidad para llevarse un trozo del pastel. Ninguno da su voto a cambio de nada. Todo son negociaciones e intereses.
Siento, con mucha indignación, que la Fiscalía sigue rendida a los pies de Vizcarra. Inaceptable que el fiscal Villena sostenga que haber adoptado la decisión de adquirir las pruebas rápidas, pese a que habrían tenido menor grado de eficiencia, no constituye un indicio revelador ni una conducta de carácter delictivo, sino simplemente una decisión deficiente o inadecuada. No se puede permitir.
Nuevamente nuestro querido Perú está en boca del mundo por una causa absolutamente vergonzosa y negativa que nunca debió ocurrir.
El emperador le bajó el dedo a Dina desde hace mucho tiempo y ella, con su torpeza, solo contribuye con esa tarea. Adrianzén es una absoluta decepción, carece de todo manejo político y control sobre su altamente incompetente gabinete, donde hay evidentes bandos y luchas de poder y un soberbio MEF que se atreve a retar al BCR, entidad de impecable trayectoria.
Las tres desgracias que están destruyendo a nuestro país son el miedo, la corrupción y la delincuencia. Nuestra democracia se encuentra asediada por estas plagas, pero como somos demasiado resilientes –valor que en el Perú se ha convertido en una desventaja– nos conformamos y acomodamos.
Una vergüenza que todos los programas dominicales le dediquen un minuto a la cirugía plástica de Boluarte. ¿Qué nos aporta conocer detalles de su rinoplastia? Es muy torpe, una pésima presidente, con un penoso 5% de aprobación, pero no va a renunciar. Los medios solo quieren rating, pero en ese juego de destrucción, los únicos ganadores son los caviares.
Nuestro Parlamento aprueba leyes tan intrascendentes o dañinas que sería mejor que hicieran huelga de brazos caídos hasta el 2026 y se dedicaran a jugar Candy Crush en sus curules, con pequeñas interrupciones, en este caso de la Comisión Permanente, para cumplir con funciones indelegables como la elección del nuevo Contralor. Shack se tiene que ir.
El deterioro institucional del Perú es insoportable, todos los días hay nuevos protagonistas en esta interminable historia plagada de truhanes. Hoy los reflectores están puestos en el MP por su protagonismo matonesco y sus arbitrariedades, pero es evidente que comparten responsabilidad con los jueces que, quizás con un perfil más bajo, le dan soporte a decisiones canallas y con nombre propio.
El objetivo de cualquier político no es obtener el poder sino mantenerlo (Antonio Gramsci – Cuadernos de la Cárcel). Dina dista mucho de ser una tirana clásica, al contrario, es muy poquita cosa.
La degradación de nuestra clase política hoy alcanza límites inimaginables, sin embargo, necesitamos UNA clase política, el hecho que la menospreciemos y que nos cause indignación, no significa que podamos prescindir de ella, como concepto.
Siempre he pensado que nuestra imagen internacional es mucho mejor que la realidad, que la estela de haber sido la joyita de Latinoamérica por muchos años aún perdura, sin embargo, tener impresentables en el gobierno, nos ha golpeado. Las malas noticias dan la vuelta al mundo muy rápidamente.