La seductora Dina y su triunfalismo
Prefiero no escuchar a Boluarte que tener que soportar sus evasivas o su impostado resentimiento. Todo político está expuesto a preguntas incómodas, pero ella no las soporta, las evade sin mayor inteligencia o elegancia, virtudes de las que evidentemente carece.
A más inri, aunque tengamos derecho a exigirle honestidad, no pidamos imposibles, está envuelta en una madeja de engaños que ella misma se niega a desenredar. Si alguna expectativa generó saber que la presidente no se había vuelto muda, decepcionó como siempre. Sus respuestas, que generalmente van acompañadas de ignorancia y desconocimiento de la realidad, le sirven para mal capear el temporal, pero no para satisfacer a la ciudadanía.
“No nos hemos comunicado con la prensa, pero si con el pueblo mediante nuestras obras” expreso sin que le tiemble un solo músculo. ¿Acaso ignora que ese pueblo la repudia? ¿No se ha enterado que cualquier mandatario con una aprobación del 5% debería irse a su casa? Vive en una burbuja protegida por sus ministros y ayayeros, pero, además, no tiene ninguna vocación de renuncia: recordemos RENIEC o el Club Apurímac.
Creen que el cargo público es un derecho adquirido, y usufructuar al máximo de él, hasta el abuso, lo razonable. Sentirá que la aparente mejora de la economía es suficiente para que nadie la cuestione. ¿Se habrá enterado que la anemia está estancada y no logramos reducirla?
A pesar de esta señora con un cargo que le queda inmenso, es motivo de satisfacción que el PBI haya crecido en abril y que mayo sea aún mejor, sin embargo, percibo en Arista un nefasto tufillo triunfalista. Recordemos que a este número mágico han contribuido el impacto favorable el retiro de fondos de las AFP, que aunque perfora el sistema pensionario, es dinero fresco que llega a manos de los ciudadanos y dinamiza el consumo, así como el crecimiento en 326% de la pesca que reactiva toda una cadena de valor entre los puertos y las empresas que atienden las necesidades logísticas del sector, y el alza sostenida de la agricultura, pero no es suficiente.
No debemos olvidar que el PBI puede ser un indicador engañoso porque no necesariamente es sinónimo de bienestar de una sociedad, especialmente porque no afecta a todos por igual.
Es una medida útil para dividir el valor de la actividad económica de un país entre el número de sus habitantes, pero no se reparte por igual¸ es un promedio que distorsiona el verdadero crecimiento económico general; empero, el problema no es el PBI en sí mismo, sino el poder supremo que se le ha dado para reflejar el éxito o fracaso de un país pues sigue siendo: SU MAJESTAD EL PBI
Otros temas a considerar son: (i) el efecto rebote que suele ser un espejismo de prosperidad y, (ii) el dinero negro proveniente de las actividades ilegales –que en el Perú son muy difundidas y rentables– y que de manera directa o indirecta forman parte del PBI, pero no por ello las vamos a convalidar.
Hay mucha esperanza puesta en la minería, no solo porque el precio del cobre sigue subiendo sino por la decisión de Southern de finalmente iniciar la construcción de Tía María hacia fin de año. ¡Aleluya! Bienvenidos sean los US$ 1,400 millones en Arequipa y, el voto de confianza en el país, que podría determinar que esa importante cartera de proyectos de la que el MINEM habla desde hace casi una década, sea atractiva para nuevos inversionistas.
Sin embargo, me preocupa la modificación del EIA de Tía María antes del inicio de la construcción, para replantear la forma de provisión de agua del proyecto. Tocar el instrumento ambiental es riesgoso. El gobierno tiene que darle un respaldo incondicional al proyecto porque desafortunadamente en las comunidades no se puede confiar y los outsiders antimineros siempre están al acecho.
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