¿Nos creemos libres? Pues aún no lo somos
Las tres desgracias que están destruyendo a nuestro país son el miedo, la corrupción y la delincuencia. Nuestra democracia se encuentra asediada por estas plagas, pero como somos demasiado resilientes –valor que en el Perú se ha convertido en una desventaja– nos conformamos y acomodamos. Creemos que porque no nos gobierna una tiranía represiva somos más libres, pues nos equivocamos, hoy la amenaza de los derechos políticos y las libertades civiles existe por igual en las sociedades libres y en las represivas, la diferencia es que algunas lo disfrazan mejor. Vivir en democracia no se reduce al ejercicio del derecho de voto y menos aún con autoridades electorales al servicio de SU candidato.
En el Perú hay una dictadura encubierta que se ha apropiado de todo nuestro sistema de justicia. Antiguamente cuando se escuchaba la palabra juez se pensaba en una persona intachable que buscaba la equidad y el bien común: darle a cada uno lo que le corresponde. Hoy, con algunas excepciones, son unos mafiosos, los principales protagonistas del debilitamiento del Estado de derecho, acompañados de un MP lleno de “divas”, que se han convertido en activistas políticos y han olvidado que la Presunción de Inocencia es un derecho fundamental, vale decir, la carga de la prueba para determinar la culpabilidad de los investigados debe recaer siempre en la acusación. Estamos llenos de jueces y fiscales “caneros” que ante la falta de evidencia utilizan la intimidación y, ante la falta de delito, lo inventan basándose en “interpretaciones legales” sustentadas por tinterillos asalariados que son levantados por medios mercantilistas. Los vuelven famosillos pensando que ello le dará mas credibilidad a su devaluada palabra.
La dimensión de ese poder oscuro es inmensa y está acompañada por un sorpresivo respaldo internacional, hasta que comprendemos que son más de lo mismo, no importa el color o la nacionalidad, son una argolla de la misma calaña: bien remunerados corifeos y propagandistas, cuya única ideología es el dinero. En entrevista reciente, el Canciller ha sido muy duro con APCI y su laxitud para controlar a las millonarias ONG que tanto daño le hacen al país, tax free. Tiene que cambiar a su actual director ejecutivo y poner a una persona implacable, que no se intimide ante ninguna amenaza y que las fiscalice al milímetro y sin compasión. La permisividad de los últimos años ha pasado una inmensa factura, es momento de decir basta.
Ninguna estrategia contra la delincuencia va a funcionar con el permanente cambio de ministros del Interior y si tienen el perfil de Morán, el desastre está asegurado. Hay acciones aisladas, pero no un plan estructurado, ni voluntad política para lograrlo. Según una encuesta de Ipsos a 1,500 bodegueros clientes de Backus, 83.9% de ellos mencionó que su principal problema para hacer negocios es la extorsión y el pago de cupos (Gestión, 17/05/2024). ¿Boluarte se acordará de ellos cuando utiliza mas de 100 policías e interminables patrulleros para su custodia? Es chocante su soberbia y desconexión.
Aplaudo la valentía de Bukele. Hace algún tiempo se enfrentó a fuertes presiones internacionales en la ONU, a las que contesto: “Estamos limpiando la casa y eso no es de su incumbencia”. El gobierno norteamericano y la prensa caviar como el NYT le hicieron una campaña de demolición, pero resistió y hoy, El Salvador, es otro país; millones de ciudadanos se lo agradecen. Quiso ayudarnos, pero por miedo a la presión caviar, se le rechazo. Hoy pagamos las consecuencias con lágrimas y desesperación. CONFIEP exige condiciones físicas mínimas para invertir. ¿El gobierno podrá atenderlas?
La corrupción es el mal más difícil de combatir porque en ella caemos casi todos los ciudadanos. Es transversal, pública y privada. No conoce ideologías o clases sociales, no conoce máximos ni mínimos. Combatirla es un compromiso individual. ¿Estamos dispuestos a asumirlo?
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