El gobierno presenta un defecto inaceptable: "la tara del plazo acotado". Se trata de un trastorno que produce el sesgo a favor del cortoplacismo en sus ministros y otros funcionarios de alto rango. Una especie de miopía que los conduce a tomar decisiones que solo pueden ser concebidas por los defensores del adelanto de elecciones.
Sergio Bolívar
Es claro e innegable que los desafíos imperantes de la sociedad a comienzos de la tercera década del presente siglo, ponen en tela de juicio los modos y formas de vidas denominadas tradicionales, y el efecto de la globalización reduce el mundo poniendo en contacto un rango más amplio de culturas como nunca antes visto, donde la diversidad cultural es valiosa para la cohesión social y es fuente
La conocida frase del historiador Jorge Basadre: “El Perú es más grande que sus problemas”, nos ha dado aliento para salir de muchas crisis. Con 200 años cumplidos, resulta irónico que permanezcamos en ‘modo crisis’ tan marcado que ya parece ser parte de nuestro ADN.
La intervención unificada del comando militar y policial sirvió para sosegar a la mayoría de los violentos. En la medida que redujeron las protestas, se pudo ver que sus raíces profundas provienen de áreas sin ley, con una alta criminalidad organizada y delincuencia, en la que habitan los portadores del virus SEPARATISMO-22.
La máxima de Napoleón nos da una sabia lección: la prisa es mala consejera. Las batallas se pierden por la impaciencia de quienes mandan. La propuesta del adelanto de elecciones al 2023 se ha convertido en una decisión precipitada e incorrecta. Terminó en las manos equivocadas del Congreso que “no tiene la potestad constitucional”, tal como lo aclara Lucas Ghersi.
¿A qué juega el gobierno de Dina Boluarte? A través del proyecto de adelanto de las elecciones que presentó el Ejecutivo, sería el propio gobierno el que empezó a aplicar una receta para jugar a la política de cancelar esta iniciativa. Tal como sucedió con Castillo, la izquierda y la derecha parlamentaria se oponen sin argumentos y tibiezas...
La imagen internacional del Perú sigue invadida por una inestabilidad política interminable. Predomina una percepción de que todo sigue igual desde el 2016. Ningún gobierno supo hacer política de verdad en el carrusel de 6 presidentes y 3 congresos. Por esta razón, dejamos de ser una democracia normal con Castillo y el jueves The Economist nos denominó “Régimen Híbrido”.
En los noventa, cuando se decía “terrorismo” con todas sus letras, se estrenó un thriller llamado ‘La mano que mece la cuna’. El título sirve para describir un trasfondo de acciones coordinadas, no improvisadas y menos desinteresadas de la violencia desatada en el Perú. Una mano nos mece a su antojo mientras el país llora como un bebé indefenso frente al desorden y la muerte.
Si usted ha sentido espanto por la violencia de la “Toma de Lima”, fue presa del psicosocial más incompetente de nuestra historia. Buscaban el muerto en Lima, con amenazas como “somos superiores, en cantidad, a la Policía”, dicho por la claramente mala persona, Betssy Betzabet, en compás con otros alaracosos violentistas que deben ser arrestados.
Con el paso de los días, la violencia desatada en Puno por numerosos delincuentes pivotados al servicio de intereses antipatrióticos y separatistas busca recrudecer la crisis hasta forzar la renuncia de Boluarte. Sus planes radicales excluyen toda negociación o diálogo porque quieren desestabilizar el país.
La disparada de la pobreza mató la libertad y dignidad de los pueblos de Haití, Venezuela, Nicaragua, Honduras, Bolivia y otros países americanos. Estos países tienen en común un bajo nivel de renta per cápita con pésimos servicios en la salud, alimentación y educación. Todo ello, debido a la enorme debilidad de sus instituciones y el incumplimiento de sus políticas.
Todo iba bien hasta que la presidente Dina Boluarte dijo en Exitosa: “La Asamblea Constituyente no está cerrada”. En un momento de tregua comercial por las Navidades fueron los de Perú Libre, Sendero-lovers y afines, los que aplaudieron con alharacas a Boluarte por sus declaraciones y no fue, precisamente, el pueblo.
Suele decirse que una mirada al pasado permite construir el futuro. Basta un vistazo a los últimos meses para relatar una novela sobre el sin fin de las tonterías de un gobierno que nos llevó a la más atroz incertidumbre y crisis de nuestra historia. Se trata de una página que debemos voltear por completo.
Todos aprendimos desde pequeños a decir “ampay me salvo y ... a todos mis compañeros” para salir de la persecución en el popular juego de las chapadas. Algo muy parecido hace el político peruano de izquierda cuando está con la prensa. Aprendió la frase “no me terruquee” para dejar en estado de shock al periodista, salvarse del juicio público y así empoderarse de la entrevista.
Escribo este artículo un 9 de diciembre, fecha que conmemora el Día Internacional contra la Corrupción por las Naciones Unidas. Lo sucedido esta semana, convierte al Perú en un ejemplo internacional de victoria contra la corrupción al habernos liberado de una chusma ladrona que solitos se convirtieron en aprendices dictatoriales.
Desde siempre, la exministra censurada por el Congreso, Betssy Betzabet Chávez Chino tuvo el anhelo de ser la manzana de la discordia. Debutó en el premierato con gran hostilidad en contra de la prensa, calificándola de “sicarios de la información”. También, quiso rebautizar a la fiscal de la Nación, tildándola ser “Blanca Nélida Colán 2.0”.
Al finalizar la visita de la OEA, se cuenta que, en los pasillos de Palacio, un Castillo envalentonado decía que los ronderos estaban listos para asaltar el Congreso si éste no se alineaba con el pueblo. El mandatario se sentía muy seguro y complacido porque el Tribunal Constitucional (TC) le quitó del camino el proceso por traición a la patria en su contra.
El aumento de los congresistas que vienen retirando su apoyo a favor del Gobierno ha motivado el bombazo de la cuestión de confianza de esta semana. Este atentado del Ejecutivo buscó generar daños políticos y reputacionales contra el Congreso planteando una trampa inconstitucional e improcedente.