La magia de la confianza en los inversionistas
La disparada de la pobreza mató la libertad y dignidad de los pueblos de Haití, Venezuela, Nicaragua, Honduras, Bolivia y otros países americanos. Estos países tienen en común un bajo nivel de renta per cápita con pésimos servicios en la salud, alimentación y educación. Todo ello, debido a la enorme debilidad de sus instituciones y el incumplimiento de sus políticas. En el Perú, las instituciones también han sido débiles y, a pesar de ello, mantuvimos el orden en lo económico gracias a la Constitución de 1993. Esta nos sacó del hoyo de la hiperinflación, llegando a ser 60 veces menos de como estábamos en los ochenta. El privilegio de tener un déficit fiscal moderado y un estupendo flujo de inversiones, nos condujo al crecimiento económico sostenido por cerca de 30 años.
La pandemia detuvo el ritmo. Desde entonces la pobreza está incrementándose peligrosamente con previsiones de llegar al 30%. “Probablemente la pobreza no se reduzca” dijo el ministro de Economía, Alex Contreras. Dedujo que la clave sería controlar la más elevada inflación - 8.4%- que tenemos después de 26 años. Lo imagino terminar exclamando “ceteris paribus” para lanzar un hechizo, al estilo Harry Potter con su varita, y así controlar la inflación, manteniendo las demás variables en crecimiento. Así no funciona la realidad. “No puede ser ceteris paribus”, dijo la filósofa Nancy Cartwright para corregir al economista pionero de la expresión, Alfred Marshall, porque su perspectiva era teórica, poco pragmática y anacrónica. Si la aplicamos al Perú, nos daremos cuenta de que otras variables, a parte de la inflación, entran en juego, tal como la recuperación de la confianza que necesitamos para atraer inversiones.
La gente del sur del Perú está actuando irracionalmente por ingenuidad, siguiendo un delirio populista que culpa de todo a la Constitución del 93 por su origen. La Constitución no es la culpable de todos los males. Al contrario, los demagogos y delincuentes que promueven la Constituyente jamás miran sus resultados. Nunca dirán que la pobreza al final de los ochenta afectaba a más del 60% de la población. Gracias a la Constitución actual, la pobreza se redujo a cerca de 20%. Nunca responderán a la invitación del ex ministro de Economía, Waldo Mendoza, para contra argumentar los beneficios del modelo de crecimiento que son: rol empresarial subsidiario del Estado, garantías para el inversionista extranjero con los Contratos-Ley que nos ahorran onerosas indemnizaciones, inviolabilidad del derecho a la propiedad y autonomía del Banco Central de Reserva para preservar la estabilidad monetaria.
Las inversiones nacionales y extranjeras ingresaron por años al Perú bajo condiciones de estabilidad económica que aún no hemos perdido. Eso hizo posible el crecimiento del retail, teléfonos móviles, hogares con servicios y mucho más. El modelo económico es el instrumento fundamental para derrotar a la pobreza. Por eso, es prioritario revertir la caída de la confianza de los inversionistas para crecer más del 3%. El primer paso es recuperar las inversiones nacionales que huyeron espantadas por el gobierno de Castillo. Si se logra, haremos que los nacionales inviertan primero y luego los extranjeros. Sucede en todos los sectores, países y contextos. Se necesita de este tipo de magia, ministro.
Finalmente, rescato parte de la magnífica disertación del Dr. Raúl Chanamé en la Ceremonia de Conmemoración del Congreso Constituyente Democrático de 1993, que organizó el Parlamento Andino. La responsabilidad de la Constitución del 93 ha sido darle consistencia al sistema democrático. La idea de cambiar el capítulo económico es un absurdo porque el Tribunal Constitucional sentenció en 1994 que el régimen de economía de mercado es irreformable y es parte de la dignidad de la persona humana. Que sigan insistiendo por ahí es subvertir el orden que tenemos. Ministro Contreras, tiene magia por hacer.
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