Desde que hubo comunidad política, léase tribu, existió la conspiración. La independencia de América hispana fue producto de las negociaciones entre liberales desencantados por el absolutismo de Fernando VII con las logias masónicas europeas, las que lograron comprometer el financiamiento inglés a Francisco de Miranda, luego traicionado por Bolívar para quedarse con el liderazgo.
Ernesto Álvarez Miranda
Nuestro proceso de independencia comienza con la invasión napoleónica a España porque la heroica oposición será liderada por el bando liberal, extendiéndose su influencia ideológica tanto al interior de la península como a los virreinatos de América y, obviamente, disminuyeron los recursos de un ejército repartido en varios continentes.
El Tribunal Constitucional admitió la demanda de inconstitucionalidad presentada por Jorge Lazarte en representación de más de 5 mil ciudadanos, en contra de la ley de reforma constitucional que prohíbe la reelección inmediata de parlamentarios.
La politización de la justicia ocurre cuando los jueces deben introducir, en sus consideraciones, las presiones de los políticos y periodistas que tienen directa influencia en su proyección profesional.
Al observar la realidad de nuestro Poder Judicial resulta evidente que, en algún momento, se perdió de vista la finalidad esencial de la administración de justicia.
En 1789, Sieyés responde la invitación a concurrir a los Estados Generales con un panfleto, ¿Qué es el Tercer Estado?
Mientras los europeos nos legaron un concepto lineal de la evolución de la historia, los hebreos la conciben cíclica, esto es, están convencidos que llegará el día en que Babilonia aproveche sus debilidades, los derrote y esclavice como lo hiciera Nabucodonosor en el año 597 a.
La diferencia esencial entre Gobierno y Congreso es que el primero recibe un mandato de ejecución, debe priorizar las necesidades del país, guiándose por su perspectiva ideológica, para destinar sus escasos recursos en dos o tres grandes proyectos que se constituyan en “su legado”.
Si la democracia es el sistema que mejor canaliza los conflictos que inevitablemente se producen en toda sociedad, debemos coincidir que tiene sus límites.
En la economía sustentada en la actividad de los particulares que ofertan en un mercado supervisado por un Estado eficiente, que elimina barreras burocráticas y promueve la libre competencia, sería impensable que sobreviva un modelo de negocio que obtenga pésimos resultados en todos los países donde se haya implementado.
Los países no tienen una población culturalmente homogénea, sus regiones cargan con la historia que condiciona su integración nacional; por ejemplo, notorio es el Sur de Italia con profundas raíces castellanas y árabes.
En todas las épocas de la historia, los aspirantes a dictadores trataron de debilitar a los grupos sociales que intermedian entre el individuo y el gobernante; la posibilidad de influir directamente sobre el pensamiento y actitudes de cada súbdito o ciudadano fue siempre el deseo más grande de todos los tiranos y demagogos.
Una de las grandes mentiras que hemos interiorizado es creer que los defectos de un régimen se solucionan reduciéndolo a escombros.
Los regímenes políticos van tomando forma según la ideología predominante, las características de cada sociedad y la calidad de la élite política. El adoptar la democracia como sistema no basta para alcanzar un estándar satisfactorio, siempre hay nuevos retos como lo fue, en su momento, el voto femenino aprobado en Inglaterra, recién en 1920.
No es ningún misterio que, así como los grandes cambios políticos son impulsados por grupos ideológicos radicales, ubicados en uno de los extremos del espectro político, la estabilidad de los regímenes depende de la vigencia y solidez de los partidos moderados, tanto de centro derecha como de centro izquierda.
Pablo Iglesias, el líder del comunismo español, tuiteó el sábado “Movilizaciones y bloqueos de carreteras en todo el Perú. Defender la democracia es siempre escuchar al pueblo: jamás reprimirlo. Cuando el sistema político no da más de sí, toca dar la palabra a la gente. Eso se llama proceso constituyente”.
Un régimen político está compuesto por una ideología que le da sustancia, por instituciones que pretenden realizar esa ideología, y la peculiar forma en que se concreta, atendiendo a la realidad política de cada sociedad.