ÚLTIMA HORA
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Willy Ramírez Chávarry

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Volvamos la mirada al siglo pasado: la primera mitad de siglo XX tuvo serias complicaciones: dos guerras mundiales, el surgimiento de regímenes comunistas, la polarización del mundo, levantando muros o cortinas de hierro, dividiendo con ellos a los pueblos y las naciones; recién en la segunda mitad, el mundo comenzó a salir del abismo, los muros se fueron derrumbando, dando paso a la globalizac

Sin duda, vivimos momentos muy complicados, en todo sentido; nos invade el temor de que las nuevas generaciones la pasen peor que nosotros; la situación no distingue entre ricos y pobres, hombres y mujeres, jóvenes y viejos. Quizá mi apreciación les suene fatal, les pido perdón por ello.

Nuestro país vive un momento muy difícil, hemos visto elecciones divisivas y una sociedad dividida, el extremismo está llegando a la política, impulsado por la ansiedad y la incertidumbre. Frente a ello, ¿qué nos corresponde hacer?

Nuestra vida entera está llena de opciones, elecciones y decisiones; seamos realistas, no siempre tomamos las mejores decisiones, casi siempre nos equivocamos y debemos ser hidalgos para aceptar nuestros yerros. En nuestra cultura, creemos que sabemos elegir o que tomamos las mejores decisiones; pero, decidir no es una tarea sencilla y requiere de un mínimo análisis de la situación.

El ser humano, por naturaleza, siempre se ha preguntado el por qué de las cosas, ya sea de los fenómenos naturales o de su vida cotidiana: cómo hacer para que no le falte alimento, cómo guarecerse del clima hostil, cómo curarse de lesiones o enfermedades, etc.; el anhelo de saber es connatural a nuestra especie y es lo que ha traído el progreso a la humanidad; hemos llegado tan lejos gracias a

La ciencia viene encontrando curas para casi todos los males, pero existe un mal que nos ataca a todos los seres humanos: la apatía; este sentimiento tiene un costo muy alto, sobre todo en nuestra vida democrática; estamos ante ello: las personas no nos involucramos, no hacemos activismo, andamos ocupados en nuestras propias responsabilidades y actividades.

En las últimas décadas hemos visto la transformación de nuestro país, tenemos acceso a cosas que antes no teníamos, prósperos negocios de bandera nacional han surgido y conquistado el mercado local y global, se abrieron las puertas a la inversión extranjera; es decir, abrimos las puertas al mundo y decidimos conquistar ese mundo.

Estamos a pocas semanas de celebrar nuestros primeros doscientos años de vida republicana, la cuenta regresiva no se detiene; no se trata solo de festejos, la razón debe ser más que dos y ceros, debemos encontrar un significado más profundo; la preocupación no solo debe ser de nosotros como sociedad, sino también de nuestros líderes y gobernantes.

A finales del 2019 recibimos la noticia de la aparición de un virus letal que desataba una enfermedad nunca vista: la covid-19; la noticia -estoy seguro- impactó más a las madres que a todos nosotros, surgió de inmediato el instinto maternal de preocupación de que a los suyos no les pase nada, aquello tan natural y sublime, propio de cada madre de este mundo.

Hace más de un año el mundo entero se enfrenta a la muerte, todos hemos perdido a alguien cercano; esta situación me permitirá reflexionar acerca de la muerte: ¿Cómo enfrentarnos a nuestro propio final?, ¿podemos enseñar a morir?, ¿podemos ser mejores mortales?, ¿podemos ser mejores humanos?

Las grandes religiones del mundo (cristianismo, islam, hinduismo, budismo, sintoísmo, sijismo, judaísmo, etc.) coinciden en predicar el amar a nuestros semejantes como nosotros quisiéramos ser amados, pero no hablan de amarse a sí mismo; siempre se nos ha enseñado que el amor a los demás es un valor muy importante, obviando el amor propio; quizá consideremos que se trata de algo obvio y por ell

Hace una semana acudimos a las urnas a cumplir con nuestro deber cívico y derecho ciudadano: elegir a quienes nos van a representar en el próximo quinquenio; conocido el resultado de la elección presidencial, tenemos la sensación de que la polarización ha empeorado en nuestro país, somos conscientes que la división entre la izquierda y la derecha no es buena en nuestra sociedad.

Todos, o casi todos, hemos perdido a algún familiar, amigo, colega, vecino, etc., producto de la pandemia; mientras tanto, no tenemos la dotación de vacunas suficiente para atender a la población, no hay abastecimiento de oxígeno medicinal, no se cuenta con camas UCI en los hospitales; los peruanos se siguen muriendo, y al encargado del gobierno de transición solo se le ocurre decir que “la pan

Estamos a pocos días de conocer quiénes serán nuestros representantes en el primer poder del Estado, así como saber cuáles van a ser las dos opciones que tendremos para elegir en la segunda vuelta electoral; tenemos una vasta oferta, cada una con sus propuestas y peculiaridades, hemos asistido a un remedo de debate electoral, donde pudimos apreciar cuáles son las cualidades y limitaciones de ca

Las sociedades occidentales siempre han procurado maximizar el bienestar de sus ciudadanos, la forma de hacerlo es maximizando la libertad individual; consideramos que la libertad es buena, valiosa y esencial para el ser humano; con nuestra libertad podemos actuar por nuestra cuenta para maximizar nuestro propio bienestar, sin que nadie decida por nosotros.

Siempre hemos escuchado -o leído- que el derecho es el “conjunto de normas que regulan a la sociedad”. Sin embargo, ¿esa definición es cierta?, ¿es el derecho o son las leyes las que imponen el orden en una sociedad que quizá vive en penumbras?

Desde que apareció el derecho, las normas han tenido la misión de establecer el orden y la paz, sancionando al infractor y a todo aquel que busque transgredir o vulnerar la ley; si bien es cierto, no poseemos un código que premie al ciudadano que cumpla con la norma, pero sí poseemos códigos que sancionan y castigan a quienes cometen actos ilícitos y se dejan llevar por la rienda de la injustic

El gran bagaje que hemos adquirido en las aulas universitarias no deben ser utilizados para alardear, tampoco para realizar nuestras tareas solo pensando en una retribución económica ¡Eso no!

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