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Harold Alva

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Escritor, editor y analista político. Ha publicado una veintena de libros, entre los que destacan Lima: la épica del desastre (2012) y Ciudad desierta (2014). Dirige los Seminarios Abiertos de Formación, Editorial Summa y el Festival Internacional de Poesía Primavera Poética.

Una tarde del 2015, en su casa de Chaclacayo, el poeta Arturo Corcuera, luego de dialogar con su cuervo, me entregó el último número de la revista Vuelapluma . ¿Ya escribiste tu columna para Expreso? Me preguntó. Sí, pero aún no la envío. Le respondí. “Bueno, y porqué no escribes sobre Vuelapluma ?” Volvió a preguntar. Miré la hora y le dije: debo enviar la columna a las seis, son las 5:40.

Todo lo que he hecho en mi vida ha estado relacionado con la política, con la verdadera política, aquella que exige vocación de servicio: entregar sin esperar nada, organizar para administrar con justicia, compartir, respetar al prójimo, cumplir con el deber de proteger y servir a mi patria, a mi país, al único Estado que alguna vez fue el imperio más poderoso del continente.

“Un libro de poesía, aunque se diga lo contrario, no deja de ser la historia de quien lo escribe. Milagritos Huertas, la poeta peruana de Fusión , ha bordado vena con vena su segundo libro, como quien teje un manto para abrigarnos con su fuego”, ha escrito Carlos Ernesto García, el poeta salvadoreño de A quemarropa el amor , sobre Urdimbre , segunda entrega de Huertas Quezada.

Lo calificaron de “presidente sustituto”, “presidente sin bancada”, “presidente sin partido”, sin embargo, Martín Vizcarra hizo algo tan de sentido común para proteger la democracia: escuchó a la ciudadanía, se puso en los zapatos de la población, atendió el clamor popular.

“Baja en el Cayetano”, grita el cobrador del bus que me lleva a Lima Norte. Observo el puente y los transeúntes de la calle Honorio Delgado, me detengo en sus rostros: en la tristeza de sus ojos, en sus pasos ligeros, en sus expresiones de esperanza.

El lunes 16 de setiembre, en el Palacio Municipal, inauguraremos el VII Festival Internacional de Poesía: Perú 2019 y pondremos en circulación la sétima serie de la colección Primavera Poética.

En los hospitales del Perú, aprendes dos cosas: a despreciar médicos y enfermeras indolentes que no son capaces de entender la preocupación de la familia que pregunta por sus pacientes y a perdonar a esos médicos y enfermeras indolentes que no son capaces de estar a la altura de una responsabilidad que necesita paciencia y empatía. Debería formarse psicológicamente al personal médico.

Un hombre camina de la mano de su miedo y es como si toda la ciudad, toda la noche lo animara para que no se detenga, para que cruce el puente y sobre el precipicio dibuje las marcas de todos sus fantasmas; tal vez así aprenda que nadie tiene derecho a romperle la voz, su lengua que como la cola de un reptil se transfigura en la primera serpiente.

Imagino un Perú con ciudadanos lectores, un país que haya leído a Manuel González Prada, un país que sepa diferenciar los postulados de Haya y de Mariátegui, un país con memoria; un país con hombres y mujeres marchando hacia el futuro, exigiendo cárcel para los políticos que no cumplieron sus promesas de campaña, cárcel para quienes incumplieron sus planes de gobierno, cárcel para quienes traic

En quinto año de secundaria debí ser el brigadier general de mi colegio. Mis padres aplaudían orgullosos en todos los desfiles al hijo que marchaba gallardo, adelante, con su cordón de brigadier, marcando el paso de todo su batallón. Así fue hasta cuarto cuando fui sub brigadier general.

Escribir es un acto de resistencia y acaso la única certeza que tenemos por aferrarnos a algo propio. Casi como la respiración, el ritmo al que se refería Olson cuando explicaba cómo encabalgar un texto. “Nada más particular que la respiración para determinar cómo medir la precisión de un verso”.

“Mis referentes son todos los artistas plásticos que estuvieron en mi entorno, pero principalmente Noé Delirante”, me respondió Rosamar hace algunas semanas en entrevista para este diario y yo la imaginaba atenta a los diálogos entre su papá, nuestro inmortal Arturo Corcuera, con Tilsa Tsuchiya o preguntándole sobre las variaciones del color a su tío Óscar o por la fugacidad de las formas a Lor

Hace diez años Willy Del Pozo publicó “El sendero luminoso del placer”, un libro que nos devolvió a quien fue considerado el “niño terrible” de Ayacucho.

Nos preguntamos quiénes deben ser los agentes del cambio. La respuesta siempre será: nosotros. Para ello, es necesario tener conciencia de nuestras responsabilidades ciudadanas: activar desde nuestras bases (familia, barrio, empresa) y elegir con madurez a nuestros representantes.

De niño, junto a Papá, departíamos días maravillosos: jugar era, entre tantas actividades, la preferida. Nuestra pelota fue mágica, única.

“De tanto dar/ se quedó con las manos llenas”, escribe Shir Villalba (Coronel Oviedo, Paraguay, 1974), en Abreviaciones del sueño, aforismos y reflejos, primera parte de “Animal Marcado” (Arandura Editorial), el libro que generosamente me envió hace unos meses. Sorprende el rigor con el que alcanza aquella precisión que exige estar alertas para capturar la imagen en fracción de segundos.

Nací en Piura hace 41 años, en El Alto (Talara), en el Barrio Plomo y viví allí hasta 1983 cuando, damnificados por el fenómeno del Niño, mi padre nos llevó a vivir a Trujillo. Piura entonces se convirtió en esa añorada tierra a la que retornábamos durante los meses de enero, febrero y marzo. La abuela tenía su casa en Los Órganos.

La primera vez lo escuché cantar, con verdadero fervor patriótico, la letra de un vals dedicado al Caballero de los Mares. Participábamos de aquella reunión, en El Superba, el maestro Lucas Borja, la impecable Luisa Ramos, el poeta Miguel Ángel Zapata y Raúl Fort Barcelli, reconocido ingeniero y otrora incisivo columnista de este diario.

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