Al toro por las astas
Todo lo que he hecho en mi vida ha estado relacionado con la política, con la verdadera política, aquella que exige vocación de servicio: entregar sin esperar nada, organizar para administrar con justicia, compartir, respetar al prójimo, cumplir con el deber de proteger y servir a mi patria, a mi país, al único Estado que alguna vez fue el imperio más poderoso del continente. Todo lo que he hecho en mi vida ha estado signado por esa herencia, por la pretensión de recuperarla, de devolverle el sentido de su poder, de su soberanía, de la inmensidad de su historia. Pienso en el Perú y pienso en los años cuando el destino de Latinoamérica dependía de las decisiones de Cusco o de Lima, pero pienso también en nuestras guerras, en las derrotas, en la ambición de nuestros caudillos, en la promesa incumplida de nuestros independentistas y reflexiono sobre el futuro, sobre la obligación moral que tenemos para cumplir con el sueño de la república. 193 años han pasado desde aquel lejano 23 de enero de 1826 cuando el general Rodil se rindió en el Real Felipe y los patriotas pudieron al fin confirmar la independencia de España.
De cara al bicentenario, al de 2026, considero que la próxima elección congresal es la oportunidad que tenemos para sentar las bases de la nueva república. Un año y medio es suficiente para escribir las reglas de un país que debemos refundar si pretendemos un Estado competitivo, con otro modelo, ni capitalista, ni socialista: demócrata, plural, comunitario. Todo lo que he hecho en mi vida ha estado relacionado con la política, mi labor como editor, promotor cultural y analista político, mis nueve años al frente de Summa, mis siete años con el Festival Internacional Primavera Poética, mis años en la conducción de programas políticos, esta columna: todo ha sido motivado por la sola intención de activar nuestra herencia, el vigor de nuestros antepasados, el ADN que corre por nuestras venas. Necesitamos reconocernos, necesitamos un nuevo pacto social. El próximo Congreso debe apuntar a eso. Ha llegado el momento de tomar al toro por las astas.