ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

La intención cívica de Raúl Fort Barcelli

Imagen
Fecha Publicación: 11/05/2019 - 20:30
Escucha esta nota

La primera vez lo escuché cantar, con verdadero fervor patriótico, la letra de un vals dedicado al Caballero de los Mares. Participábamos de aquella reunión, en El Superba, el maestro Lucas Borja, la impecable Luisa Ramos, el poeta Miguel Ángel Zapata y Raúl Fort Barcelli, reconocido ingeniero y otrora incisivo columnista de este diario. Posteriormente nos volvimos a reunir en algunas celebraciones del cumpleaños de Miguel Ángel, culpable de nuclearnos.

Luego me enteraría sobre su determinante participación en la asistencia a Georgette Philippart, viuda de Vallejo, en la clínica Maison de Santé, donde moriría el 4 de diciembre de 1984, Raúl es hermano de Miguel Fort Barcelli, en aquel entonces Presidente del Directorio de ese nosocomio.

Por eso cuando me llamó para confiarme la edición de “¡Corre, Santiaguito! ¡Corre!”, su primera novela, no me sorprendí con la intención cívica, pero sí con la preocupación estética. Raúl ha logrado escribir un texto como una lección de historia para entender lo abominable que fueron los años asolados por el terrorismo.

Años de destrucción cuyas réplicas todavía remecen los cimientos de nuestra civilización, de una sociedad desnaturalizada no tanto por el desorden en sus estructuras materiales sino por las heridas psicológicas y colectivas, profundas incisiones que frente a un Estado que no entiende el origen de su destrucción, no tienen aun cuándo cicatrizar. Por eso es valioso el homenaje a Bárbara D’Achille, a la heroína de Villa El Salvador María Elena Moyano y a quien fuera alcalde de Cañete, David Palti, asesinados por Sendero Luminoso.

“¿Quiénes fueron los malos? ¿Los que intentaron imponer sus ideas con odio y muerte? ¿Los que trataron de destruir la doctrina del odio y la muerte, con odio y muerte?”, se pregunta Fort Barcelli en una reflexión que nos retorna a su novela, a ese implacable aguafuerte donde nos conmueve la metamorfosis de su personaje, la desgarradora transformación de Cirilo Ylluclla, el trastornado varayoc que cuando asesinó a golpes a su hijo, mató a quienes lo infectaron de odio, mató a quienes le robaron sus ideales, mató a quienes lo empujaron al abismo. “¡Corre, Santiaguito! ¡Corre!”, “nos invita a tratar de comprender y asumir nuestra real humanidad.”, apunta en el prólogo el Dr. Patrick Wagner Grau. Leámoslo