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Raúl Mendoza

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Un grupo de capitalistas explora una mina, le va bien, contrata a diez mil empleados. Cerca se construyen casas y escuelas, algunos negocios nacen y prosperan. La empresa paga más que ninguna, los empleados dejan de ser pobres y dejan de ser pobres los empleados de las actividades conexas, de las proveedoras y de las que viene detrás. Todo está relacionado.

Una variante, o, perdón, una tendencia de la postmodernidad es la relativización del mal. El malo puede no ser malo y el bueno hincarnos el hígado y no sabemos por qué. En Breaking Bad, un profesor de química encuentra en su enfermedad terminal la justificación para delinquir. Cocina metanfetaminas y se hace rico, mata hasta que llega a gustarle.

Cultura política la tienen todos, discernimiento no. No hay discernimiento sin concepto general de las cosas. Leo a un artista tuitero llamar “troll facho” a un contrario solo porque piensa diferente. Para él decir “facho” es lo mismo que “fascista” en modo “cuasifascista” o sea nada. Si te dices de derecha liberal te conviertes en “facho”.

La mayor responsabilidad de un gobernante es la de rodearse de la mejor gente. Bartolomé Herrera se refería a la soberanía de la inteligencia, una de las bases del pensamiento conservador.

El romanticismo ideológico de la izquierda ha producido más pobres que el rudo pensamiento liberal. El socialista impondrá la noción de igualdad como moral, ignorando la pobreza.

La cojudignidad es universal, llegará el día en que los robots y las máquinas adquieran derechos por presión de las redes sociales. Ana Bolena no es como sabíamos, era afrodescendiente según el casting de una serie. Quizás Enrique VIII debió también ser interpretado por Gengis Kan.

“Pelotudeces democráticas”, decía un congresista elegido solo porque la democracia existe, ahora en rentado tránsito hacia su “reino de este mundo”. Socialismo made in Junín. Un ministro culpa a los doscientos años por nuestras tragedias, pero que “ya están trabajando en ello”. El mismo entusiasmo de un mecánico frente a un Volkswagen del 73.

La confianza mueve al mundo. El miedo lo detiene. Si mentir fuera la regla, tendríamos que elaborar más normas que nos protejan. Las leyes civiles y la Constitución nacen del miedo a ser traicionados por nuestros pares o aplastados por el poder.

Quien lea con experiencia la literatura universal y peruana actual, sabrá bien que el talento no abunda y que las historias que se cuentan son en muchos casos llanas y desprovistas de conflictos llamativos. La redacción es poco elaborada y el relato lineal. Desde luego hay excepciones.

Rafael Belaunde Aubry publica Amalgama (editorial Caja Negra, 2021). En el libro nos expone su visión de la vida. Con brillo nos da sus luces para fecundar un conjunto de ideas que nos remite a un autor de cultura vasta, una que comulga con lo que Luis Alberto Sánchez llamó “la ambición cósmica del conocimiento”. Intelectual, pero también político.

No es fácil si vives en tu zona de confort o si le temes a la muerte. Debes haber adquirido ciertas habilidades, la primera es ganarle a la presión interior. Subirte a un avión, caminar en las cumbres, vencer al trueno, no quejarte y responder preguntas, que gobernar es rendir cuentas.

No hay mayores crímenes contra la humanidad que los cometidos por el marxismo. Sesenta millones en China, veinte millones en la URSS, dos millones en Corea del Norte, dos millones en Camboya y más… Fusilamientos, confinamientos, trabajos forzados y entre sus víctimas los trabajadores y campesinos. ¿Y por qué tras casi ciento cuarenta años de la muerte de Marx, su pensamiento persiste?

Leía sobre un hombre en Detroit que se encerró accidentalmente en un frigorífico. Pasaron horas mientras el hombre trataba de escapar. No lo logró. Días más tarde fue hallado muerto, según las pruebas por congelamiento. Solo un detalle, el frigorífico no funcionaba.

Si Oskar Kokoschka, según Elías Canetti, no se presentaba al examen de ingreso a la Academia de Bellas Artes en Viena, Adolph Hitler no hubiera llegado al poder. Kokoschka se solía lamentar por no haber cedido su lugar a Hitler en aquel examen que hubiera definido de antemano el destino del mundo, se sumergió en un mundo de culpa y “tormento”.

Aplica a los estoicos, “tómalo con filosofía”, que es como “que te importe un carajo” o “No la tomes en serio”. Impertinente en una pandemia y en una revolución rusa muy a la criolla, en la que leer a Sofocleto se ha vuelto más importante que leer a Platón.

Ghosting es esfumarse, desaparecer, cortar toda comunicación súbitamente sin explicar. El término ghostear es “fantasmear”, la persona se hace humo. Le ocurrió a un cercano antier con un vendedor mal habido que se hizo humo con su dinero. Se lo tragó la tierra. Resulta que nunca existió el ladino.

Lo peor que le puede ocurrir a un columnista o escritor es la intolerancia del lector y más la intolerancia convertida en masa y más la intolerancia convertida en bullying. Podré no estar de acuerdo con lo que varios periodistas o escritores escriben desatados, atribulados o sabios, pero voy a defenderlos de la masa que oprime.

Imagine que la vida es una travesía y que la ruta que traza se define por una línea cuyo destino ignora. Nunca llega al puerto signado en el embarque ni al deseable, no depende del navegante sino de los imprevistos que hacen de la vida un triunfo del azar.

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