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Berit Knudsen

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La crisis política peruana hace peligrar la democracia. La vacancia de Dina Boluarte, parte de la secuencia de colapsos institucionales, convierte lo excepcional en rutina; siete presidentes en ocho años lo comprueban. Cada caída presentada como corrección moral o ajuste constitucional muestra la ausencia de un proyecto republicano, sustituyendo el debate político por cálculos inmediatos.

Vivimos una tormenta geopolítica donde la paz y la guerra se confunden en una zona gris de conflicto permanente, competencia por el poder en un sistema sin árbitros. La herramienta central de la política internacional es la disuasión, capacidades económicas, militares y tamaño de la población que condicionan la supervivencia de los Estados.

La visita de Javier Milei a Estados Unidos estuvo marcada no tanto por su discurso en Naciones Unidas, sino por el apoyo incondicional de la administración Trump. En la ONU defendió las libertades, propiedad privada, libre mercado y valores fundamentales, rechazando la expansión estatal.

La muerte del candidato Alexéi Navalny en una cárcel del Ártico en 2024 confirmó un autoritarismo ruso que institucionaliza el miedo como forma de gobierno. Purgas, suicidios, arrestos y exilios muestran un poder absoluto que, más que fuerza, proyecta paranoia.

La geopolítica del siglo XXI no solo se juega en las fronteras o campos militares; se define con algoritmos, plataformas digitales y la infraestructura tecnológica que sostiene la vida social y política. La tecnología digital como herramienta de poder es capaz de derrumbar gobiernos o perpetuarlos.

Los derechos humanos nacen como límite al poder, para proteger principios básicos como la vida, la libertad y la dignidad, sin banderas partidarias. Son la raíz de la tradición democrática moderna, clasificados en tres generaciones por su evolución y, en algunos casos, por su deformación.

El panorama mundial proyecta una incertidumbre donde demografía, deuda, desigualdad, inflación, polarización y conflicto son temas centrales. La promesa de globalización como motor de prosperidad hoy se confunde con agendas globalistas, marco político que, lejos de generar riqueza, consolida mecanismos de control y dependencia.

En la guerra en Ucrania, la estrategia imperial rusa en el Mar Negro no es improvisada. Es una obsesión histórica: controlar accesos permanentes en aguas cálidas. Una Rusia rodeada por mares helados, el Ártico bloqueado gran parte del año, un Báltico con estrechos controlados por la OTAN; proyecta su poder y comercio hacia el Mediterráneo mirando al Mar Negro.

La cumbre entre Donald Trump y Vladímir Putin en Alaska se origina tras la advertencia de Trump, amenazando con un plazo de diez días para aceptar un alto el fuego en Ucrania o afrontar nuevas sanciones económicas.

El gobierno de Israel anunció la decisión de ocupar Gaza como estrategia para derrotar a Hamas y rescatar a los secuestrados. Ofensiva en una guerra que sigue escalando, con muertes, heridas abiertas y un clima global de enfrentamiento e intolerancia.

El fallo contra Álvaro Uribe, imponiendo 12 años de prisión domiciliaria por soborno en actuación penal y fraude procesal, marca un hecho inédito en la historia colombiana. Por primera vez un expresidente es condenado penalmente. Pero el caso no es una cuestión meramente legal o un veredicto individual.

Perú celebra su independencia, momento fundacional que afirmó nuestra identidad y autogobierno para vivir en libertad. Pero en tiempos de interdependencia global, la independencia sin libertad no tiene sentido.
Las amenazas globales a la libertad ya no provienen de ejércitos, sino de estructuras internacionales que desdibujan el orden liberal y democrático.

Durante siglos, el pueblo uigur habitó Xinjiang, al noroeste de China, civilización con una cultura propia en Asia Central. De raíces túrquicas, religión musulmana suní y una lengua propia, cultivaron una vida comunitaria basada en la agricultura y el comercio en la Ruta de la Seda. Sus mezquitas fueron centro de vida religiosa y su música expresó la identidad de 20 millones de uigures.

Por décadas, América Latina pareció avanzar en dirección contraria al autoritarismo. Tras las dictaduras militares del siglo XX, la región giró hacia la consolidación democrática, un equilibrio hoy cada vez más frágil.

El Consejo de Ministros elevó el salario presidencial de Dina Boluarte de 16,000 a 30,568 soles mensuales, incremento de 120 %, situando esta remuneración 30 veces por encima del salario mínimo, 1,130 soles. La decisión indignó a una población que sufre las secuelas de la recesión e inestabilidad política, con una presidenta cuya gestión no llega al 3 % de aprobación.

Las guerras modernas se libran en laboratorios, fábricas y plataformas digitales, donde la sofisticación tecnológica marca la diferencia entre precisión estratégica y destrucción masiva.

En un contexto de incertidumbre mundial, Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), promueve una estrategia para convertir al euro, hoy segunda moneda internacional, en moneda de refugio global. El BCE combina medidas técnicas como el Euro Digital, líneas de liquidez y sistemas eficientes de pago con propuestas políticas como eurobonos, integrando los mercados financieros.

Colombia es un país que, a diferencia de muchas democracias latinoamericanas, no ha conocido una generación sin conflicto armado. Desde los años sesenta hasta hoy, la violencia política ha mutado, pero nunca ha desaparecido.

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