Mari Carmen González, escritora española, en entrevista con Expreso: “Nunca imaginé que viajaría a Perú para escribir ‘La labradora de sueños’”

Uno de los escenarios donde ocurren los hechos en ‘La labradora de sueños’ es Nazca. Mari Carmen González, ¿cómo descubre su autora el interés por dicha cultura?

Soy una persona muy curiosa, y las culturas ancestrales conectadas con la espiritualidad y la naturaleza me han llamado mucho la atención desde siempre, al igual que todo lo que está rodeado de misterio, como ocurre con las Líneas de Nazca. J.J. Benítez es un autor del que leí bastantes obras durante mi adolescencia, y uno de sus libros, Mis misterios favoritos, me hizo descubrir los geoglifos de Nazca y a la persona que más luchó por su protección: Maria Reiche.

En anteriores oportunidades ha mencionado que conoce Nazca. ¿Qué impresión le causó?

Tuve la inmensa suerte de visitar Cahuachi y la necrópolis de Chauchilla. La sensación que experimenté al bajarme del coche y tener frente a mí las ruinas del centro ceremonial de Cahuachi, fue única. Había investigado sobre la cultura nasqueña durante meses. Vi documentales. Imaginé una historia que sucedía en ese lugar. Me emocioné, claro. Y, todavía hoy, cuando necesito parar y desocupar mi mente de pensamientos negativos, voy al mueble donde guardo una piedra que tiene grabada la figura del colibrí, la aprieto con fuerza entre mis manos, cierro los ojos y me visualizo de nuevo allí. Es un sentimiento indescriptible que me aporta paz.

Otro de los temas presentes en la novela es el destino, inevitable para Quri y aparentemente también para Viktoria. ¿Considera que, en ocasiones, las personas experimentamos una especie de epifanía que nos conduce hacia un destino particular?

Hasta no hace mucho estaba convencida de que sí, ahora no lo tengo tan claro, jajaja… En realidad, sí creo en el destino, y que cada persona sigue el camino que está escrito para ella, tome la decisión que tome.

Soy muy racional, y me cuesta dejarme llevar por mi intuición y mi lado espiritual, pero me he dado cuenta de que, cuando lo hago, es cuando más libre me siento y más decisiones acertadas tomo. De lo que estoy segura es de que nunca imaginé que viajaría hasta Perú y conocería el lugar en el que me inspiré para escribir esta novela, y gracias a mi trabajo como escritora, lo hice. Dicen que todo está enlazado, y puede que así sea, ¿por qué no?

En ambas historias aparecen figuras masculinas que desaparecen de manera violenta; sin ellas, el destino de las protagonistas no alcanza su brillo posterior. ¿Qué nos puede comentar al respecto?

No me lo había planteado. Cuando escribimos, parte de nosotros queda al descubierto sin que nos demos cuenta, y esto nos hace vulnerables. Cada lector interpretará el texto desde su experiencia vital y su personalidad, y debería comprender que quien escribe es un ser humano con miedos, traumas, sueños… Que cada cual deduzca lo que quiera. Eso es lo que enriquece las historias, al fin y al cabo.

En la novela, las visiones pueden llegar mediante la “Liana de los espíritus”, un brebaje que produce las experiencias visionarias a través de las cuales los dioses se comunican. ¿Se puede notar en esta escena la influencia de un saber popular o quizá alguna otra influencia literaria?

Es consecuencia de ambas cosas. Descubrí la ayahuasca de la mano de J. J. Benítez de nuevo, y antes de escribir esta novela volví a buscar información sobre ella. Me pareció un modo creíble de que los personajes conectaran con esas visiones que marcan parte de esta historia.

El pasado y el presente están unidos en la novela; la trama se sostiene sobre este principio. ¿Es posible pensar que ninguno de nosotros puede concebirse separado de su propio pasado?

El pasado nos marca de forma irremediable. De hecho, hasta hace muy poco tiempo me resistía a reconocer que fuéramos arrastrando traumas desde la infancia; pero al ir ahondando en mis inseguridades, he aceptado que llevo conmigo algunas heridas de mi niñez que continúan abiertas, y que son muy difíciles de sanar. No obstante, estoy convencida de que en eso consiste parte la vida, en luchar por mejorar e ir evolucionando emocionalmente, aunque para lograrlo necesitemos apoyo. “Nadie se salva solo”, me dijo no hace mucho una amiga.

Podría interpretarse que todos tenemos algo de las protagonistas: somos elegidos, como Quri, y buscamos nuestros deseos, como Viktoria. Mari Carmen González, ¿estaría de acuerdo con esta idea?

Sí, por supuesto. Creo que hay algo superior que nos elige para que vayamos evolucionando, y dentro de esta vida que escogieron para nosotros y que quizá nos lleve a un destino irrevocable, deberíamos hacer lo posible por disfrutar lo bueno que encontramos durante el recorrido; y los deseos deben, sin duda alguna, ser el trampolín que nos impulse hasta alcanzar esos momentos de felicidad o de paz que ansiamos.

No sé cuál es la finalidad de esa energía o ese ser superior por quien somos elegidos, aunque creo que nuestra evolución, de forma irremediable, nos lleva a ser mejores y, de ese modo, todo lo que nos rodea lo será.

Líneas sagradas

‘La Labradora de Sueños’ de Mari Carmen González es la historia de Quri, una niña sacerdotisa que contribuyó a originar el recuerdo imperecedero de su pueblo Cawachi, en el desierto de Nasca, pero también la de Viktoria, una chica alemana llena de curiosidad y anhelos, y con un solo fin en la vida: proteger las Líneas Sagradas sobre la tierra nasqueña, a través de su preservación y estudio.

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