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¿Y no habrá perdón para Dina?
No tenga miedo, señora Boluarte, el Estado es la única fuente del ejercicio de la violencia (Weber) y la ley estará de su lado siempre que la cumpla. Usted asumió la responsabilidad de liderar el país, a sabiendas que a sus aliados de Izquierda les acomodaba tener al corrupto de Pedro Castillo en el poder para seguir festinando con el dinero público. Hoy en el Perú no hay lugar para tibios. Si tiene temor a que el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla le quiten el padrinazgo y se convierta en una nueva Jeanine Áñez, asúmalo o no cometa los mismos errores de querer aferrarse al cargo. Si le perturban las amenazas de sus otrora amigos de Izquierda en las redes sociales, ignórelos. Usted mejor que nadie sabe que los comunistas profesan una religión laica de doble moral, que alzan el dedo acusador con pruebas fraguadas y son esclavos de sus dogmas, prefiriendo negar la evidencia más simple antes de cuestionar su ideología.
Hoy llegará una delegación de la CIDH para conocer in situ la situación. Que no le tiemble la voz, respóndales con una lúcida frase de Bertolt Brecht: “¿Qué tiempos son estos en los que tenemos que defender lo obvio?” Usted sabe que ha cumplido con sus obligaciones, que ha actuado en defensa de la vida y seguridad de 33M de peruanos que rechazan el terror.
Lamentables las muertes de Juliaca y tendrán que ser investigadas por la amenazada fiscalía puneña, pero siempre teniendo en cuenta que la Ley No. 30151, que modificó el Código Penal, establece que están exentos de responsabilidad el personal de las FFAA y de la PNP que en el cumplimiento de su deber y en uso de sus armas u otros medios de defensa, causen lesiones o muertes. Van cerca de 400 policías heridos y muchos de ellos de gravedad. Hay un clamor ciudadano para protegerlos. Es evidente que los extremistas no están desamparados; no solo tienen abundante financiamiento de dinero negro, sino que atacan como poseídos, con una violencia desenfrenada, utilizando palos, huaracas, armas hechizas, piedras y todo lo que esté a su alcance para hacer daño.
Los terroristas se ríen del estado de emergencia. Deberían militarizar Puno e imponer estado de sitio y toque de queda riguroso. Son revueltas políticas peligrosísimas y, ante ello, la única opción es tomar medidas duras para que el tema no se siga descontrolando pero sobre todo no tener miedo. El primer paso para vencer al terrorismo es no tenerles temor.
En un país donde la institucionalidad pende de un hilo no se pueden aceptar sentencias como la del TC. Los terroristas no se rehabilitan nunca y menos en cárceles peruanas. Tampoco piden perdón y muchos reinciden, quizás sutilmente, pero con más crueldad. Con esta inaceptable decisión, el TC se ha convertido en un mero cómplice, más aún, absurdamente invocando la presunción de inocencia, cuando estos fanáticos sanguinarios fueron condenados con abundante evidencia. Al contrario, recibieron penas diminutas frente a la magnitud del daño. Rocío Leandro es el mejor ejemplo. Perteneció a un destacamento de aniquilamiento de SL, cumplió su pena en una de las prisiones más estrictas del país y hoy preside el Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho y es una feroz instigadora de las revueltas en esa región. Esta despiadada extremista podría ser candidata a la presidencia de la República. De orates. ¿Tanto les costaba recordar una historia reciente de daño, dolor y muerte? Este pronunciamiento les ha quitado toda credibilidad. Habrá que modificar la Constitución y ponerle candado a estos criminales. Parece no haber otro camino.
Entretanto, no seamos cainitas, dejemos de destruirnos.