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¿Y la inversión pública?

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Fecha Publicación: 03/06/2022 - 22:20
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La percepción ciudadana señala, que la gestión del profesor Pedro Castillo es un fracaso total. Ha demostrado no sólo una clamorosa incapacidad para la toma de decisiones, sino que gran parte de su quehacer público está salpicado de presunciones de corrupción que él se niega a transparentar, arguyendo que se está atentando contra su investidura o no se le está dejando gobernar. Peor aún, no comunica al país qué piensa hacer ni a dónde quiere llegar. El silencio es el recurso que, piensa, lo protege de sus críticos y, por ello, lleva más de 100 días sin responder a la prensa independiente que lo persigue día y noche, para recibir sólo maltratos.

La inflación alcanzó niveles que no teníamos hace veinte años, el costo de vida sigue en alza, los productos básicos suben cada día, el precio de la gasolina nos pone los pelos de punta, la delincuencia es de nunca acabar, los conflictos sociales no están siendo debidamente enfrentados, el desborde social se presenta inminente, mientras que al gobierno parece no importarle lo que pueda estar ocurriendo en el país. Es inconcebible ver la casi indiferencia cómo el gobierno trata los problemas que enfrenta la minería, que es una de las actividades que más ingresos produce al erario nacional.

Tampoco hace mucho en el terreno del adecuado manejo de los recursos del estado, ni para alentar la inversión tanto pública como privada. En esto último, hace todo lo contrario. Lejos de estimular y convocar el capital que tanto se necesita, genera el desconcierto y la inestabilidad con mensajes equivocados e inadecuados como ocurrió, recientemente, en un foro minero en Davos, Suiza, durante la participación de la vicepresidenta y titular del MIDIS, Dina Boluarte, quien, lejos de alentar la inversión de capital internacional en nuestro país, se dedicó a desacreditar a la minería formal.

En cuanto a la inversión pública, han señalado los expertos, que el 80% de lo asignado y proyectado se halla sin ejecutarse. Esto es grave en un país que requiere a gritos más obras de desarrollo, más inversión en obras de infraestructura, caminos viales, carreteras, puentes, locales escolares, hospitales, obras de regadío, etcétera. Se afirma que más de 19 mil millones de soles se hallan sin ejecutar y que la inversión pública exhibe cifras en rojo debido a su inoperancia. Ello afecta a sectores como educación, vivienda, comercio exterior, salud y otros. No sabemos si por incapacidad o insensibilidad de los funcionarios responsables del manejo sectorial pueda estar ocurriendo esta dramática realidad.

Un diario especializado en temas económicos informó, recientemente, que nuestra inversión pública, a nivel nacional, cayó en un 28%, “con una ejecución de 1,014 millones en mayo, cuando en el mismo mes del año pasado la cifra fue de S/ 1,405 millones”. Esta situación es preocupante, ciertamente, sobre todo en las actuales circunstancias en que se debería poner más atención en las políticas públicas que apuntalen el desarrollo integral, generando trabajo masivo y creando riqueza que se sienta en el bolsillo de las personas. Recordemos que el presidente Castillo, anunció, el año pasado, al sumir el mando, que su gobierno daría un golpe de inversión pública para impulsar el trabajo temporal y, de manera inmediata, crear un millón de empleos en un año. Nada de ello ocurrió.

En la misma ocasión, anunció que se activarían programas públicos de generación de empleos que a la vez permitirían darle mantenimiento o construir obras en todo el país, para lo cual se asignaría S/ 3,000 millones a municipalidades y gobiernos regionales para la aceleración inversiones, según se puede leer en las publicaciones de hace un año. Además, se anunció que “se destinarán S/ 1,000 millones para arreglar trochas carrozables a los centros poblados y S/ 700 millones para el programa Trabaja Perú de pequeñas obras municipales intensivas en empleo”

Lo preocupante es que el gobierno no está honrando su promesa, ni siquiera con las regiones más comprometidas con él y las que cifraron sus esperanzas en un gobierno diferente para los pobres del país. Huancavelica, Pasco, Junín, Apurímac, Cusco, donde se registran altos porcentajes de obras paralizadas que esperan, hoy más que nunca acciones concretas, inversiones reales que les permitan salir del hoyo en que nos vamos enfrascando todos. Los pueblos tienen derecho a comer, vivir y soñar, señores del gobierno.

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