¿Y cuál es tu poder?
El materialismo racionalista reside en creerse el cuento duro que la realidad lo es todo. Quizás hay más conocimiento “encriptado” de lo que todo sujeto ocupado pueda suponer. El gran problema de la fe que obra milagros es que vivimos presos de la duda. Al menos para eso me sirvió la Filosofía, para dudar, para no aceptar siquiera los paradigmas de la ciencia (ya lo dijo Popper). El principio es la duda, ya que no podemos conocer la verdad.
¿La verdad? Pero, ¿qué tal si lo que “es dentro es fuera”? ¿Y si el pensamiento es lo único que existe es medio de este mundo ilusorio (o Maya según Buda)? Más todavía, ¿qué tal si Tesla tenía razón al circunscribir, como los físicos cuánticos, todo el universo a la energía, frecuencia y vibración? ¿Y si atraemos la energía similar tornada en fenómeno? El tema es poco comprensible, risible para el intelectual; lo es la Metafísica, a la que Kant consideraba prescindible.
Digámoslo en sencillo, una mujer repara que su mente es un proyector y la realidad una pantalla que proyecta su película y que al asumir como “hecho” todo lo que su mente imagina como real, será real. Imagina vívidamente que recibe un cheque de 112 millones de dólares de la lotería. Todos los días vive la textura, el olor, la emoción y la situación de recibir el premio. No tiene el conocimiento para elucubrar, no ha leído el Kybalión ni el nuevo pensamiento pero sí conoce la fe, el sentimiento y las sensaciones, tanto como la gratitud y confianza que recibirá lo que desea. Esa fe ruda le permitirá inexorablemente recibir el premio. La fe del grano de mostaza. Pues, ello ocurrió en California (2007, Lottery Jackpot) y en varias ocasiones gente común experimentó en la realidad la certeza serena de lo imaginado.
El racionalismo entiende poco, no acepta la teoría de la fe. Quien suelte tales ideas será un loco, como lo fue el hoy millonario Tonny Robbins, que pobre y obeso, corría por entonces las playas susurrando e imaginando que el dinero le llegaba por toda dirección y así fue. Los viejos esenios asumían que la plegaria perfecta “no pide”, “da por hecho mientras goza en la imaginación lo que se recibe como presente en el presente”. Quizás, un poco de fe real y colectiva podría salvarnos del abismo y fecundar sobre la tierra seca. Digo nomás.