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A veces, el arte es un crimen

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Fecha Publicación: 11/08/2022 - 22:00
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Un hombre llega una conocida librería. Ingresa, respira el olor de las páginas nuevas y se sumerge entre los estantes como si fuera la última vez que pudiera disfrutar de ello. Cuando elige un libro comprar, recuerda que no tiene cómo pagarlo. Un dilema recorre su cabeza. Recuerda a Roberto Bolaño en una entrevista: “Lo bueno de robar libros es que uno puede examinar con detenimiento su contenido antes de perpetrar el delito”, dice el autor chileno. Entonces, decide. Lo retira del estante y con cuidado le quita el código de barras mientras maniobra con los dedos detrás de la contratapa. Cuando ha logrado su objetivo, reúne otros más para disimular y, finalmente, se escabulle entre la multitud que ese día visita la librería. Al parecer, le disgusta el contacto humano, el tumulto, el sudor y la respiración en la nuca, pero ese día se siente satisfecho.

En un movimiento propio de un mago profesional oculta el libro dentro del saco como quien esconde una carta bajo la manga. Camina tranquilo e incluso se da el tiempo de ayudar a un niño. Le alcanza una enciclopedia que se encontraba en las partes más altas y con ello cree haber compensado a su conciencia. Sin embargo, de alguna manera, eso le permite agilizar sus movimientos con el libro que hace piruetas para no caer. Al llegar a la caja, se desvía hacia uno de los vendedores y le pregunta por un título que ya se ha asegurado de que no está disponible. Lamenta su ausencia, porque era su autor preferido, y se despide del vendedor, quien apenas esboza una sonrisa. No solo ha burlado al vendedor, también a las cámaras de seguridad y, por cierto, a sí mismo. Eso es lo más complejo.

La historia es real; el hombre también. Las circunstancias del tiempo y el espacio son distintas, pero eso no importa mucho. Los dilemas se tornan complejos cuando nos colocan en la frontera del abismo y no sabemos si saltar o quedarnos en la orilla. Y, a veces, uno termina arriesgándolo todo, aunque eso signifique marcar el destino y desteñirlo. Finalmente, robar libros es como cualquier otro tipo de robo; sin embargo, en el caso de los libros, parece convertirse en un dilema. Roberto Bolaño cuenta que cuando era más joven, robar libros de las bibliotecas se convirtió en una necesidad: “El crimen es un arte y, a veces, el arte es un crimen”.

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