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¡Vaya pandemónium!

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Fecha Publicación: 31/01/2023 - 23:10
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Visto lo ocurrido en el Congreso el pasado viernes y la reacción del Ejecutivo un par de días después, qué difícil resulta defender la existencia de “este” Parlamento que como diría un Estadista y Primer Ministro británico del siglo pasado más parece un montón de caraduras que se creen que realizan las cosas muy bien. Del mismo modo, es inaceptable el doble juego -por decirlo suave- de la sucesora presidencial. Lo peor de todo es que la pervivencia de ambos es, hasta ahora, el mal menor frente a cualquier otra alternativa en medio de la mayor crisis política y social del Siglo XXI.

Al pergeñar estos renglones, debido a la irresponsabilidad del primer Poder del Estado el adelanto de elecciones generales para abril de 2024 que teníamos parcialmente encaminado se fue al agua luego de un aberrante debate y votación en el Pleno y aunque se acaba de aprobar la reconsideración del desaguisado no hay certeza sobre lo que vendrá después. Por cortesía del segundo, la inconstante Presidenta, incapaz de hacer algo bueno pues de inmediato hace lo contrario, presentará de continuar el entrampamiento un proyecto de ley, con carácter de urgencia, con el objeto de anticipar los comicios para fines de este año pero acompañado de otro con tufillo inconstitucional que encubre o disfraza la nefasta asamblea constituyente poniéndola en manos del nuevo Poder Legislativo que se instale en el 2024, mientras el país se sigue incendiando en una demencial espiral de violencia, muerte y destrucción azuzada por grupúsculos extremistas, subversivos y terroristas. El acabose.

Si antes la República llegó a ser calificada como la tierra de desconcertadas gentes, no nos queda duda de que ese desconcierto ha dado paso al desgobierno digno heredero del caos castillejo y, entretanto, una suerte de trágica orquesta del Titanic lo acompaña en su progresivo naufragio. Empero, no hay que perder las esperanzas ya que el

Perú es más grande que sus problemas recordando al gran Basadre. Sin embargo, si el Ejecutivo y Legislativo no saben dar pie con bola y se aferran sólo a su vil supervivencia, pues no quedará más que buscar otro camino, y tanto mejor si todavía es constitucional y democrático.

Coda personal: la causa del cese de nuestro buen Embajador ante España confirma, una vez más, la deslealtad y el oportunismo político de doña Dina. ¿O no? ¡AMÉN!