Un nuevo Alfa
Alguna vez Victor Raúl Haya de la Torre reconoció en Fernando Belaunde Terry a su mayor adversario. No es poco para quien sufrió persecución y cárcel desde la época de Leguía hasta la dictadura de Velasco. Sánchez Cerro, Benavides, Prado y Odría también supieron propinar duras medidas en contra del partido aprista y de su líder, incluyendo varios miles de muertos y decenas de miles de encarcelados. Pero Belaunde supo hacer una exitosa carrera política ubicándose como la permanente opción antiaprista.
Similar ha sido el caso de los candidatos que lograron ingresar a Palacio de Gobierno con el único mérito de ser la alternativa ocasional al fujimorismo. Para bien o para mal, Haya y Fujimori han marcado la historia política peruana, y sus rivales fueron tan eficientes aprovechando el odio y el temor como desperdiciando las oportunidades para impulsar al país hacia el desarrollo económico real.
En ese lapso, mientras Corea del Sur, Taiwán y Singapur alcanzaban el desarrollo aplicando el exitoso modelo capitalista, nuestro país se hundía en el discurso colectivista, desperdiciando la ocasión para seguirle el paso a Chile, que estuvo muy cerca de alcanzar las cifras del desarrollo, hasta que el retorno del socialismo le fue quitando impulso. Así también, la modernización del Estado y de la economía, que impulsaron los técnicos durante el régimen fujimorista, no logró prolongarse lo suficiente para aprovechar en toda su magnitud el alza del precio internacional de los metales, cuya consecuencia actual son las paralizaciones de Conga, Las Bambas y Tía María, que con un Estado fuerte y eficiente, estarían operando exitosamente y podrían financiar las grandes inversiones en educación e infraestructura que el Perú necesita.
Disminuido el fujimorismo por sus propios errores y la acción de sus enemigos, se abre un nuevo panorama político al haber desaparecido también agrupaciones importantes, incluso las que ganaron las presidenciales en las últimas tres elecciones. En un país caracterizado por la personalización de la política, el interrogante principal siempre apunta a quién sería el nuevo líder del espectro político, el macho o hembra Alfa que marcará la pauta ideológica o programática para que los demás se ubiquen y definan.
Podría ser un conservador carismático, respaldado organizativamente por las agrupaciones surgidas en torno a la protección de la familia; un socio-liberal con proyecto político y el apoyo de los principales medios de comunicación; o incluso un neo-comunista impulsado por las futuras protestas proveniente de la crisis económica que ya asoma.