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Tragedia piurana

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Fecha Publicación: 11/04/2023 - 22:10
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Contando desde la década de 1980 en que estuvimos varias veces en la ciudad de Piura –tan vinculada a mi familia paterna- los desastres provocados por la naturaleza, fuere por el Fenómeno de El Niño o por lluvias torrenciales, no han hecho más que castigar recurrente e inclementemente a esta bella región del norte. Hoy, la cosa no es diferente y hasta quizá peor debido –como antes- a la gestión inepta, indolente y hasta corrupta en los distintos niveles del Gobierno Nacional cuanto, sin duda, en los de las autoridades subnacionales (léase, Gobierno Regional y Municipal).

Esta desgracia cíclica, hay que decirlo, no es resultado solo de la naturaleza misma cada vez más agresiva y potenciada por el cambio climático global. Lo es, también, por la mano devastadora del hombre, eso que llaman causa antrópica, y que en el Perú tiene decenas de caras desde la irresponsable y "permitida" construcción de asentamientos humanos y viviendas en zonas vulnerables y prohibidas hasta la incuria dolosa y culpable de titulares de regiones y de alcaldías que en lugar de ejecutar indispensables obras de prevención para evitar o mitigar la desgracia se dedican a cualquier otra cosa cuando no a defraudar el tesoro público y la confianza de su comunidad, en especial de la población más necesitada.

Ahora Piura es el mayor "emblema" de esta despreciable colusión estatal en agravio de la vida, la salud y el bienestar de millones de peruanos que se sienten abandonados a su suerte.

Y uno se pregunta indignado para qué diablos sirven las advertencias del Senamhi; los siempre insuficientes esfuerzos del Indeci; la actuación del burocrático Sistema de Gestión del Riesgo de Desastres conformado por Sinagerd y el Cenepred o la ya inservible Autoridad de la Reconstrucción con Cambios (ARCC) que ha dilapidado la friolera de diez mil millones de soles en rehabilitaciones anteriores que han terminado siendo casi inútiles ya que no se efectuó a tiempo las defensas ribereñas, los reservorios y la descolmatación de canales y desagües para enfrentar los huaicos e inundaciones.

El Gobierno transitorio que tenemos y soportamos (“Con Dina estamos mal, pero peor sin ella” por ahora dada la infeliz coyuntura política) ha ofrecido la creación de la Autoridad Nacional de Infraestructura (ANI) para que algún día pueda cambiar esta infausta realidad.

Como poco se tiene claro de esta nonata entidad y las experiencias en materia de emergencias son tan desastrosas como los desastres que se producen, sugerimos que esta se inspire en la FEMA, una agencia gubernamental norteamericana independiente y verificable responsable a nivel nacional de las acciones de prevención, mitigación y reparación de los daños causados por la naturaleza y/o por el hombre. Esta sí funciona y eso aquí sería bastante. ¡AMÉN!

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