Toda relectura es una lectura de descubrimiento
El desorden es una oportunidad de reencontrarse con el pasado. De alguna forma, nos ordena en el tiempo, porque en esos espacios aparentemente olvidados guardamos los recuerdos. Así, encontré libros de la infancia, aquellos que alguna vez formaron parte del plan lector escolar, algunos comprados por obligación y otros que leí por convicción. Todos eran ediciones pirata o fotocopias, estaban parchados, pero conservados, y algunos forrados con papel lustre y etiquetas para no perderlos en el salón de clases. Todos eran esos libros que alguna vez nos obligaron a leer en una época donde era una necesidad escolar.
Estos libros empolvados de la adolescencia fueron, entre otros, Mi planta de naranja lima (José Mauro Vasconcelos), Las cuitas del joven Werther (Johann Wolfgang Goethe), Carta al padre (Franz Kafka), Los cachorros (Mario Vargas Llosa), Los inocentes (Oswaldo Reynoso), El diario de Ana Frank. Tanta vida existe en la memoria. Por eso, al encontrarlos, vuelven a la vida, no por el azar sino por una necesidad humana: la necesidad de releer lo que alguna vez nos permitió vivir de muchas maneras.
Italo Calvino, en Por qué leer a los clásicos (1992) señala que siempre las relecturas permitirán abordar de una manera distinta y con diversas perspectivas (académicas, culturales, personales) que cada uno ha ido adquiriendo a lo largo de los años. Eso es sumamente valioso. Hoy, cada quien puede hacer su propia lista, comenzar a (re)leer y vivir una vez más y para siempre.
Algunas ideas que destacan y que he seleccionado del texto de Calvino, los cito a continuación: (1) Los clásicos son esos libros de los cuales se suele oír decir: «Estoy releyendo...» y nunca «Estoy leyendo ...». (2) Toda relectura de un clásico es una lectura de descubrimiento como la primera. (3) Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir. (4) Los clásicos son libros que cuanto más cree uno conocerlos de oídas, tanto más nuevos, inesperados, inéditos resultan al leerlos de verdad. (5) Tu clásico es aquel que no puede serte indiferente y que te sirve para definirte a ti mismo en relación y quizás en contraste con él. (6) Es clásico lo que tiende a relegar la actualidad a categoría de ruido de fondo, pero al mismo tiempo no puede prescindir de ese ruido de fondo. (7) Es clásico lo que persiste como ruido de fondo incluso allí donde la actualidad más incompatible se impone.
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