Tanta Wawa
¡Misky Misky! ¡Calientito, recién saliditos del horno! Así son las emociones que se expresan cada vez que tenemos entre nuestras manos las ricas y deliciosas Tanta wawas. Se preparan en base a harina de trigo, leche, ajonjolí, pasas de uva, caramelos multicoles y otros ingredientes que se guardan bajo siete llaves; deben hornearse a leña, esto las hacen aún más especiales. Se les prestan todos los cuidados y esfuerzos para su preparación y decoración: el resultado final es un manjar irresistible. Estas wawas son especiales, vienen cubiertas con un manto y por el frío que hace en los Andes la cubierta elegida es una frazada, en el caso de las llamas es una de carga, una que transporte siempre las buenas nuevas.
La ocasión elegida para compartirlas es el Día de Todos los Santos. Se le envía a la persona con quien uno tiene una estima especial para integrarlo al círculo familiar. Esta sana costumbre, que iniciaron nuestros ancestros, felizmente se mantiene intacta en los pueblos del Ande. Está bien definida la característica de la ofrenda que se comparte: se envía una en forma de una muñeca (wawa) a quien se elige como la próxima comadre y, en forma de llama para el caso del compadre. Por supuesto que el envío es de manera sostenida para todos los compadres y comadres, siendo recíproca año tras año.
De nuestras madres aprendimos a valorar las costumbres de nuestro pueblo. De niños, junto a nuestros hermanos, éramos mensajeros de la unión y acercamiento de la familia, simbolizado en el encargo de compartir las wawas en las fiestas de Todos los Santos. Estas simbolizan el esfuerzo para construir, mantener y renovar los inquebrantables lazos familiares, actividad en la que se involucran todos los miembros de la familia, y trasciende a los años porque está bien enraizado en las sanas y buenas costumbres que simbolizan el altísimo valor de honrar a la familia. Felizmente, esta hermosa ceremonia se sigue practicando en nuestros pueblos del Ande y también se van trasladando a las ciudades de la costa.
En casa, mi hermano Cecilio, quien por razones laborales y familiares asentó en Huamanga, viaja alforja en hombro cargado de Tanta wawas para compartirlas con la familia como quien siembra y abona la herencia de nuestros padres. Así como él, en silencio, son muchos quienes parten, comparten y distribuyen el escaso pan para saciar el hambre de pan, de belleza, pero sobre todo de justicia.
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