Sísmicos y estresados
Hoy la información es accesible a todos. A los niños les basta escuchar o ver un noticiario, un celular o lo que fuera para saber todo. Escuchaba un programa de YouTube en el que se refiere un megaterremoto, tan destructivo que de nada sirve decirles a los limeños que arreglen sus casas, porque Lima es frágil y porque nadie tiene dinero siquiera para readecuar su baño.
Se habla de una energía sísmica acumulada por siglos, lo que no sabemos es cuál fue la intensidad de esa energía hace veinte años y qué probabilidades había entonces. En 1981, muchos limeños fueron alertados por lo mismo. El tiempo de la Tierra no es equiparable al de la vida humana, un día del núcleo terrestre es “mil” años humanos. Otros, desde la ciencia, se refieren al magma que se acerca al mar en las islas Marianas, una catástrofe que puede sumar a tantos anuncios. Algunos “videntes” se aprovechan y cada año lanzan su advertencia en grados. El miedo es viralizable como el escándalo. Puede ocurrir, sí o quizás o no sabemos, pero dígale usted lo mismo a quien no tiene cómo resguardarse o resguardar a su gente y sus cosas ni en diez años, que sume al miedo otros miedos porque la pandemia fue insuficiente y fue insuficiente Pedro Castillo e insuficiente es el estrés que cada quien lleva a una entrevista de trabajo.
En realidad, todo puede ocurrir, desde sismos a tsunamis y hasta le puede caer un satélite en la cabeza o un rayo impensado en una playa nocturna, las probabilidades juegan en el universo de la posibilidad física. Quien vea un noticiero sin cogoteros, asesinos, ya sabe y saber es problemático. La ignorancia se ajusta al ideal epicúreo.
Lima debe ser una sociedad altamente estresada, contaminada por plataneros y palteros megáfono en mano…, imprudentes al volante, improvisados, y siempre con la posibilidad de un asalto en la esquina, con pregoneros de desastres siempre y la convicción de que algo nos va a pasar.
El estrés se ha normalizado, pero daña, acelera, inflama, enferma. Si sumamos un contexto de recesión, desempleo, privación, pobreza, la suerte parece estar siempre echada. Sí, es verdad que todo puede ocurrir y que la vida y el mundo son precarios, tiempo es en el que todos están llamados a sanar a esa colectividad permeable y nerviosa que somos. ¿Tanto cuesta una semilla de serenidad y optimismo?
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