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Sendero iluminado

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Fecha Publicación: 06/01/2025 - 21:10
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La Edad Media simboliza un tiempo en el que las jerarquías rígidas y un destino inmutable definían la vida. La pobreza no era un estado transitorio, sino una condena heredada que ataba a generaciones. Las castas consolidaban las barreras impuestas por el nacimiento.
Con la llegada del liberalismo, se encendió una chispa que transformó este panorama. No fue un cambio inmediato ni exento de conflictos, pero marcó un punto de inflexión. La libertad para emprender, comerciar y crear rompió las ataduras que definieron siglos de congelamiento. Las clases medias comenzaron a emerger, y millones de personas encontraron oportunidades en un sistema que recompensaba el ingenio y la iniciativa.
Antes del siglo XVIII, más del 90% de la población vivía en pobreza extrema. Hoy, esa cifra ha caído a menos del 10%, un logro sin precedentes en la historia de la humanidad. Este progreso no se debe a la magia, sino al poder de la libertad, que permite a las personas elegir su destino y desarrollar su potencial. La creatividad florece cuando se protege la propiedad y se facilita el intercambio. Así, el agricultor encuentra mercados para sus productos, el inventor ve sus ideas protegidas y el comerciante conecta a las personas y bienes, encendiendo el motor del progreso.
La libertad tras la Edad Media permitió el desarrollo tecnológico y científico al romper las barreras de pensamiento impuestas por dogmas religiosos y sistemas feudales. La posibilidad de cuestionar, experimentar e imaginar generó un entorno en el que la innovación floreció. Los derechos de propiedad intelectual incentivaron a los inventores, mientras que el libre intercambio de ideas en academias y mercados fomentó la colaboración y la ilustración común.
La libertad ha sido el vehículo para este avance. Los países más ricos han demostrado cómo la libertad transforma economías y tecnologías en un tiempo corto. Allí, la libertad ha impulsado la innovación, mejorado la calidad de vida y reducido la pobreza. Donde hay pobreza los individuos no son libres, porque no eligen, y no hay elección cuando la capacidad adquisitiva reduce las opciones. La pobreza monetaria es la única forma objetiva y universal de medir la privación, ya que se basa en un parámetro claro: la falta de dinero para cubrir necesidades. Según Maslow, las necesidades, luego los deseos. La pobreza multidimensional es subjetiva.
Elegir la libertad es apostar por un futuro donde el esfuerzo individual se traduce en progreso y bienestar para todos.

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