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Seamos solidarios

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Fecha Publicación: 26/06/2020 - 19:50
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La presencia del Covid-19, con su secuela de muerte y desolación, ha servido también para develar las fortalezas y flaquezas humanas, y poner a prueba nuestros principios de solidaridad.

Los últimos días hemos visto cómo la prensa daba cuenta del comportamiento de algunas clínicas privadas que eran mostradas con una aparente inhumanidad frente a sus pacientes víctimas del Covid-19. Las tarifas que la prensa exhibía resultaban ser, realmente, de asombro y espanto. No se podía creer tanta insensibilidad.

La población reaccionó, entonces, indignada, pero felizmente el humo blanco se hizo presente entre el Ejecutivo y las clínicas privadas suscribiendo un acuerdo, tal como dio cuenta un escueto comunicado del Ministerio de Salud señalando que se había coincidido en los mejores términos para un intercambio prestacional entre las entidades públicas y privadas en beneficio de pacientes con covid-19

El comunicado del Minsa decía “luego de la exposición de los puntos de vista de las entidades reunidas, comunicamos a la opinión pública que se ha alcanzado por unanimidad un acuerdo de prestación de servicios, que permitirá que las personas afectadas con Covid-19 que requieran servicios de atención hospitalaria especializada puedan ser referidas desde los hospitales públicos hacia las clínicas privadas, pagando los gastos incurridos por dicha atención el SIS y EsSalud”.

La prensa oficial informó que el pacto fue posible tras una reunión en la que estuvieron presentes los titulares de los ministerios de Salud, de Economía y Finanzas, de SIS, EsSalud, Susalud, así como los representantes de la Asociación de Clínicas Particulares del Perú. También acompañaron en la reunión el monseñor Carlos Castillo, arzobispo de Lima, y Max Hernández, secretario ejecutivo del Acuerdo Nacional, acordándose una tarifa plana por el tiempo que dure el tratamiento. No se trata de lucrar ni sacar provecho del dolor ni la necesidad de las personas en una situación de crisis nunca antes vista, dejando todo en libertad al mercado. Tampoco de intervenir las empresas privadas de salud, desconociendo su razonable participación empresarial dentro de una economía de libre mercado. Ni lo uno, ni lo otro; sólo lo justo y humano.

No olvidemos el principio de solidaridad que hace grande a las personas y fortalece a las sociedades. Es un valor que debemos fomentar para procurar una sana convivencia en paz y armonía. Solidaridad es apoyo y se trata de velar por el bien común. Es propiciar condiciones humanas de vida y hacer de la empatía un comportamiento social. Es un valor que permite superar el individualismo de las personas que es egoísta y tóxico. Es, precisamente, este egoísmo el antivalor que termina por deformar la conciencia de las personas y se manifiesta en situaciones como la que vivimos arropado de insensibilidad. Apostemos, por el contrario, por fomentar la solidaridad, valor que debería ocupar el centro de nuestra atención. Así podremos enfrentar en mejores condiciones el drama que nos toca vivir.

Juez Supremo