Se necesita precisar
La Presidencia de la República ha sido una institución que supo guardar, a lo largo de nuestra azarosa vida republicana, un cuidadoso prestigio y, muchas veces, solemnidad casi barroca, por los jefes de Estado que por allí pasaron. Y quienes llegaron a ocupar la casa de Pizarro, por elección popular, fueron personalidades que dieron la talla de estadistas y de haberse formado sólidamente, en universidades de prestigio en el país o exhibir una probada formación política en sus años de militancia en los partidos políticos existentes con ideario, doctrina y planes de gobierno perfectamente estructurados. Todo ello, lamentablemente, se perdió con mucha celeridad estos últimos quinquenios, donde la improvisación fue la mejor presentación de los candidatos a acceder a ella.
A sus aspirantes no les importa la formación académica o política que puedan exhibir, ni ser conscientes de si están preparados para la gestión pública y administrar con corrección la política del país, y menos, si tienen una mochila limpia y honesta, sin el peso de la sangre derramada o de la corrupción a cuestas. Ya nada de esto importa. Y somos responsables, hay que decirlo con claridad, de que esto ocurra, nosotros los electores que no sabemos elegir con responsabilidad a quienes nos gobiernan o representan, según el cargo que ocupen en alguno de los poderes con elección popular.
Una reciente encuesta de Ipsos, por encargo de un importante diario nacional, arrojó que la población demanda que el próximo presidente sea una persona proba, de moral intachable y no exhiba en su historia de vida sentencias judiciales por algún delito grave, como asesinato o corrupción, así haya cumplido su condena. Un 94% de los encuestados optó por considerar que no se les debería permitir a que postulen a la presidencia de la República. Esto resulta muy importante, si tenemos en cuenta que 27 organizaciones, entre partidos y movimiento, ya se encuentran habilitados en el Jurado Nacional de Elecciones, para participar en los próximos comicios, número que podría aun crecer, debido a que el congreso flexibilizó las reglas.
La encuesta consultó, más puntualmente, si se le debería prohibir postular a una persona sentenciada por rebelión contra el Estado, por secuestro y asesinato de policías, así haya cumplido su condena, a lo que un 93% respondió que no se le debería permitir. La pregunta lo describía con claridad al líder etnocacerista, Antauro Humala, por lo que queda claro que los peruanos no lo quieren como candidato. “Los candidatos deben tener, no solo preparación como estadistas, sino una hoja de vida impecable tanto de su formación, como de sus actos. Estamos sufriendo, con este símil de ‘gobierno’ actual con personas que no son precisamente ni transparentes, ni decentes, y con candidatos con CV inadecuados para el puesto al cual pretenden postular”, señaló una reconocida psicoanalista del medio. Hace un año que la comisión de Constitución del Congreso aprobó un dictamen en esta misma línea de precisión de la encuesta. Se encuentra en agenda para el Pleno, pero no se ha puesto a debate.
Por otra parte, en el Parlamento, el congresista Jorge Montoya presentó, esta semana, con respaldo de su bancada, una Moción de Orden del Día que solicita la conformación de una comisión investigadora que permita aclarar el trágico suicidio del expresidente Alan García, determinando las presuntas responsabilidades penales y políticas que pudieren existir y que empujaron al exmandatario a tan trágica determinación para impedir el escarnio público de verse enmarrocado, como deseaban exhibirlo sus enemigos, según se ha dicho.
La moción presentada precisa que “que es obligación del Parlamento Nacional, pronunciarse en asuntos de relevancia histórica para el interés nacional, preservando el respeto del derecho a la verdad como es el caso de las circunstancias que rodearon la muerte de Alan García. La verdad es una necesidad de los individuos y de los pueblos, que se encuentra aparejada con las responsabilidades legales e históricas que la sociedad y el tiempo imponen”. Esperamos llegar a ello.
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