Sabiduría circular
Interesante artículo de Patricia del Río sobre leer: “Solo la lectura me ha sacado de hoyos profundos (…)”. También puede ser una cornisa. Mi aproximación a la biblioteca familiar me proveyó de todo, mi madre no se contentaba con mi goce sino con el ejercicio de “ver”. La lectura era un vicio que me agitaba, me subvertía o me agotaba. No leía por evasión, se trataba de conectar con el mundo. Pronto reparé que las palabras construían conexiones lógicas. A más palabras más mecanismos para entender lo inexplicable, más mecanismos para esa relojería que es la inteligencia, que no comulga con la ausencia de vocabulario. La literatura dio su primer pie con Hemingway. La narrativa roció combustible sobre el fuego de mi escritura. La lectura significa diversas cosas según las etapas de la vida. Ya adulto, hallé en Jorge Manrique y las coplas a su padre muerto más que una filosofía, un llanto herido que era mi eco. En aquel año volví a Séneca, a Camus, a ese extraño sujeto que en el sepelio de su madre no sentía nada. La lectura ya no era una herramienta de sabiduría y comenzó a ser un ejercicio de confusión. En momentos de desazón leía en una cafetería, en un parque, a la vista del mar, esperando ya nada de ese río de filosofías contradictorias. En mis mayores temores toqueteaba las páginas de la peste que azotó a Europa desde 1347. ¿Qué peor que eso? Leer a Pessoa y su tabaquería me acompañaba cuando “no había más” o Gil de Biedma por lo mismo. Los libros crecieron como refugio, pero debía seguir buscando. Con Erasmo asumí lo idiota que se puede ser aspirando a la comprensión del mundo. Recorrí el universo del arte griego, pero volví y ahondé en el Renacimiento, asocié este desarrollo a la peste. Volví a la raíz del amor en Fromm y a Jung para creerme la teoría del inconsciente colectivo, lo que atrajo la búsqueda de Oriente. Curiosa complejidad. Russell me hizo dudar y Pascal me hizo creer. Knausgard siguió detrás de Proust, los adoré para pegarles un tiro luego. Comencé a leer para comprender el mundo, pero la “sabiduría” es circular, siempre vuelves al punto de inicio, te das cuenta que hay demasiadas versiones antinómicas y tú sigues “tan ignorante como confuso” y vuelves al día aquel que empezaste a explorar los libros de la mano de tu madre.