¿Queremos seguir viviendo así?

Hace unos días el presidente Donald Trump, preocupado por la creciente tasa de homicidios en Washington, afirmó que la violencia en la capital de los Estados Unidos es sólo comparable con algunas capitales latinoamericanas, entre las que mencionó a Bogotá, Ciudad de México y Lima que, según sus estadísticas, son consideradas entre las peores del mundo. Ante esta situación, él preguntó y respondió: “¿Quieres vivir en lugares así? No lo creo”.
El presidente Trump se caracteriza por no tener pelos en la lengua para decir lo que piensa. Ante este escenario, que ahora preocupa a los americanos, toma al toro por las astas, poniendo en marcha acciones para retomar el control y recuperar esa ciudad amenazada por la violencia.
Debemos reconocer, aunque nos duela, que sus declaraciones afectan la imagen de nuestro país y menoscaban la confianza de los inversionistas, pero son ciertas y se ajustan a la realidad que vivimos millones de peruanos desde hace más de una década. Habría que precisar que la violencia no es sólo en Lima, se ha expandido a las regiones más importantes de nuestro país.
Esta violencia se agudiza por la permisividad y negligencia de Kuczynski, Vizcarra, Sagasti y Castillo, de facilitar el ingreso indiscriminado de migrantes de la región, entre los que llegaron avezados delincuentes que, haciendo “docencia”, entrenaron al mejor “talento” local y ahora, “trabajando” juntos, son parte de las bandas criminales transnacionales que han contribuido en el incremento de la violencia.
La minería ilegal, escondida detrás de la minería artesanal, también es protagonista en esta película de terror. Cuenta con dinero, gente y armas para promover el caos y defender sus intereses, amenazando y asesinando a quienes se lo impidan o se atrevan a cambiar las reglas de juego.
Frente a la amenaza, es difícil implementar y darle continuidad a un plan para combatir la delincuencia si en los últimos cuatro años hemos tenido 15 ministros del Interior, 7 jefes de la Policía Nacional y un sistema de justicia que no investiga ni acusa, o jueces que, por falta de pruebas o por temor, liberan a avezados delincuentes.
Las cifras lo ratifican: según Datum, nueve de cada diez peruanos se sienten inseguros y ocho de cada diez consideran que el Gobierno no tiene una estrategia para enfrentar la violencia.
Hasta fines de julio, según el SINADEF, murieron asesinadas 1,300 personas, lo que refleja un incremento de 20 %. Según cifras de la PNP, las extorsiones se incrementaron en 50 % comparado con el mismo período del año anterior.
Los peruanos no tenemos otra opción que comenzar a elegir mejores gobernantes y autoridades que tengan la capacidad y el compromiso de revertir todo esto.
¡Queremos vivir siempre aquí, pero no así!

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