Por un centro democrático
Un par de semanas antes de la primera vuelta en abril de 2011, lo que llamaremos el centro político tenía dos candidatos entre los cinco primeros en liza, uno en caída libre desde la cima en que se mantuvo hasta inicios de marzo y el otro en lento ascenso pero a contrarreloj. El problema fue que encima de ellos estaban los que al final pasaron a la segunda vuelta presidencial. Fuimos testigos de los esfuerzos fallidos para que el postulante en desplome se retirara y se pudiese consolidar a tiempo el dividido electorado. Vana ilusión. A la postre, el antivoto terminó llevando a Palacio al militar en retiro hoy a punto de ser procesado penalmente y que gracias a Dios aparece rezagado en las encuestas.
Al borronear estas líneas se estima que alrededor de cinco millones de votantes se encuentran todavía entre los indecisos o que sufragarían blanco/viciado. Suponemos –o deseamos- que los debates organizados por el JNE antes de publicarse estos renglones, podrán ayudar a aclarar este penoso panorama. Sin embargo, igual preocupa que a pocos días de los comicios la polarizada situación electoral vuelva a dejar en la estacada la necesaria opción de centro democrático –por si acaso no estamos pensando en el correlón morado que no es el mejor referente centrista- y nos deje para el ballotage a un exparlamentario demagogo y populista, un empresario fanático y mercantilista o la “Vero” de la izquierda fracasada que ni siquiera se ha enterado del color de los gatos chinos. Para salir de la terrible crisis que sufre el Perú, se requiere un Gobernante diferente.
Ojalá no se repita lo ocurrido en el 2011 y, ni siquiera, sabemos si estamos a tiempo para evitarlo. Pero, visto lo visto, un buen consejo para estas horas inciertas y convulsas, sería votar por Hernando de Soto. Digo yo. ¡AMÉN!