Por los caminos del Señor
Hola… En este primer domingo de Adviento, es tiempo que sirve para reflexionar sobre el más grande acontecimiento de la historia de la humanidad, vale decir, el nacimiento del Hijo de Dios.
Para ayudarnos en este periodo de reflexión, quería contarte dos historias que personalmente me han abierto horizontes muy significativos. Primero te las cuento y después vamos a sacar juntos algunas conclusiones.
Un buzo italiano, Enzo Maiorca, mientras buceaba en el mar de Siracusa sintió que algo lo golpeaba en la espalda, se dio la vuelta y vio un delfín. Enzo, conocedor de la vida marina, inmediatamente se percató de que el delfín estaba en problemas y ambos se zambulleron en el agua. A unos 12 metros de profundidad, vio a otro delfín atrapado en una red. Con su cuchillo de buzo cortó la red y al liberarlo, se dio cuenta de que era una hembra de delfín embarazada a punto de dar a luz. Un delfín puede sumergirse y estar en las profundidades por 10 minutos, pasado este tiempo se ahoga.
La delfín liberada y su compañero salieron a flote junto con Enzo. Fuera del agua, ambos delfines rodearon a Enzo y le tocaron la mejilla, como queriendo darle un beso y siguieron su camino. La hija de Enzo confirma este hecho porque también estuvo allí. Contada esta historia, cierro con esta frase de Enzo Maiorca: “Hasta que el hombre no aprenda a respetar y a comunicarse con el mundo animal, nunca podrá conocer su verdadero papel en esta tierra”.
Pasando a la segunda historia, te cuento que una abeja vive menos de 40 días, visita al menos mil flores y produce menos de una cucharadita de miel. Para nosotros es solo una cucharadita de miel, pero para la abeja es toda una vida.
Hoy en este instante que me estás dando la oportunidad de comunicarme contigo, te pido que pienses si esta mañana comiste una cucharada de miel, por muy pequeña que haya sido, reconozcas que fue toda una vida para un ser viviente que lo hizo para ti. Me atrevo a preguntarme cuántos de nosotros somos valiosos para otras personas e incluso para otros animales.
Iniciado este tiempo de Adviento, podríamos inaugurarlo de muchas maneras, pero si sirve de ayuda, una de ellas podría ser preguntándonos: Cuando Dios me llame ¿habré dejado huella en el corazón de alguien?
“Sigamos luchando, nuestro Consuelo está cerca…No perdamos la fe”.
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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