Por los caminos del Señor

Hola… La historia que vas a leer hoy es de una señora que tenía 92 años de edad. Un día a las ocho de la mañana, como todos los días, se encontraba con su cabello bien peinado y maquillada perfectamente por ella misma, aun cuando su visión era casi nula.

Estuvo casada durante 70 años, pero unos meses atrás falleció su esposo y se quedó sola. Tomó la decisión de ir a una casa de reposo, esperó en el vestíbulo por horas, hasta que una gentil enfermera se le acercó para indicarle que la habitación estaba lista. Cerca del ascensor, la enfermera le hablaba sobre su habitación, contándole de las sábanas y de las bellas cortinas que le habían puesto esa mañana.

¡Me encantan!, exclamó la mujer con el mismo entusiasmo que si alguien le hubiera regalado una joya valiosísima. Señora, le dijo la enfermera, si usted todavía no ha visto el cuarto ni las cortinas, espere que lleguemos a la habitación para decir que le encanta. Hijita, le dijo la señora a la enfermera, la felicidad es algo que uno decide anticipadamente. Que me guste o no me guste mi cuarto, no depende de cómo esté arreglado, depende de cómo yo arreglé mi mente. Cuando pensé en venir a este lugar, ya había decidido de antemano que me encantaría. Es una decisión que tomo cada mañana al levantarme.

Estas son mis posibilidades: Pasarme el día en cama, enumerando todas las dificultades que tengo con aquellas partes de mi cuerpo que ya no funcionan o darle gracias a Dios y a la vida por aquellas partes de mi cuerpo que sí funcionan.

Cada día es un regalo y cada día que mis ojos se abran, recordaré los días felices que he guardado en mi mente.
Acercándose al cuarto, le dijo a la joven enfermera: La vejez es como una cuenta bancaria, uno extrae lo que ha depositado durante su vida.

Recordemos estas cinco reglas para ser felices:
1. Libera tu corazón de odios.
2. Libera tu mente de preocupaciones.
3. Vive humildemente.
4. Da más.
5. Espera menos.

En este tiempo de Cuaresma, este domingo el texto del Evangelio nos acerca al conocido pasaje de la samaritana que nos regala la figura de Cristo como una fuente de agua viva que nos reconforta y nos alivia en el camino de la vida.

“La escuela volverá a ser el segundo hogar, cuando la familia vuelva a ser la primera escuela”.
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!

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