Por los caminos del Señor
Hola… Comenzamos esta mañana con el gozoso saludo que nace de la más grande fiesta litúrgica que los cristianos celebramos a lo largo del año: La resurrección de nuestro señor Jesucristo.
Desde niño, siempre me gustó leer las biografías de aquellas personas que han marcado un hito en la humanidad y que son referencia, si no es para triunfar como ellos, por lo menos para no andar perdidos por el camino de la vida.
De los personajes de la antigüedad hasta aquellos que hoy son valorados como ejemplo a seguir, no existe ni uno solo que no subyace en ellos esa voluntad de superación, nunca exenta de una cuota de sacrificio inconmensurable.
Me da la impresión de que a muchos de nosotros nos gana la filosofía moderna con la cual queremos lograr todas nuestras metas, pero ausentes de sacrificios. Recuerdo en el colegio San Agustín, cómo el equipo de natación entrenaba de 5:00 a 7:00 de la mañana, de lunes a viernes en verano y en invierno, y terminado el entrenamiento con qué ganas se comían la lonchera del desayuno. Pero lo que más me impresionaba, era lo felices que se sentían cuando bajaban apenas unas décimas de segundo en sus propios récords, que para ellos era un logro infinito. No todos llegaron a ser campeones nacionales o sudamericanos, ninguno fue a una olimpiada, pero todos ellos 20 años o 30 años después valoran y agradecen el esfuerzo que conllevaba un sacrificio inmenso, sabían que en la vida con esto vencemos al peor enemigo que tenemos los seres humanos: La apatía.
Dibujar esta festividad de hoy, es encontrar a un hombre derrotado en la cruz pero vencedor en los miles de millones de seres humanos que creemos en su divinidad y que valoramos su gesto redentor.
No hay resurrección sin muerte, pero esta alcanza una cuota infinita cuando para llegar a ella no solo es muerte, sino muerte en la cruz.
Con todo mi corazón, en esta fecha deseo a mis amigos en el camino de la fe y de manera especial a aquellos que no habiendo recibido este regalo de Dios, se animan cada domingo a esperarme en esta columna.
Tan grande es la fiesta de hoy, que litúrgicamente se celebra 8 días. Por eso desde el lunes hasta el sábado se califica como: La octava pascua.
Pero la vida es más que la fiesta, por ello durante toda nuestra vida damos valor a esta porque ¡Cristo ha resucitado!
“Feliz Pascua de Resurrección”
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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