Por los caminos del Señor

Hola… Al escribir estas líneas desde mi pueblo, en España, quería relatar una significativa anécdota que me sucedió hace apenas unos días. El pueblo de mi cuñado, esposo de mi hermana, se encuentra a unos 25 km de San Roma, donde yo resido y fuimos a Villoria a visitar a la familia de José. Es un pueblo más grande que el mío, tiene una inmensa arboleda, una cafetería campestre y una enorme piscina que recoge el agua pura y cristalina del río Órbigo, que está apenas a 25 m de distancia. Es obligado el paseo a este lugar que se encuentra en las afueras del pueblo, disfrutando de una sana caminata hacia el río y descansando en plena arboleda tomando un reconfortante café. Eran las diez de la noche y la temperatura era ideal. A esta hora no había mucha gente en el lugar, durante toda la tarde había cientos de niños en la piscina, acompañados de sus mamás o alguien de la familia cuidando que no hubiera ninguna situación que lamentar.

Tomando café y conversando con mi familia, no muy lejos del lugar escuché a un grupo de personas que pertenecían a la raza gitana. El conjunto lo formaban 4 camionetas, quienes habían dispuesto un espacio con mesas y sillas y estaban degustando productos típicos de la zona. En el grupo había varios jóvenes, después del atardecer y de haber degustado sus viandas, todos en silencio comenzaron a escuchar con mucha atención a un gitano ya adulto quien les hablaba de lo que significa la experiencia gitana y con guitarra en mano de vez en cuando cantaba las canciones gitanas, que muchas de ellas son patrimonio del flamenco andaluz, tanto el canto como el baile. La etnia gitana está muy extendida en el sur de España y en Andalucía han impuesto su arte gitano que se ha extendido por el mundo entero.

A la distancia escuchaba sin interrumpir y sin dar la impresión de que me estaba metiendo donde nadie me llamaba. El número de jóvenes era muy grande y fue muy significativo ver cómo la etnia gitana transmite sus valores a través de sus ancianos en espacios lúdicos al lado del río en un atardecer y la palabra acompañada de música alegre, música gitana.
La próxima semana te sigo contando.

“Para hablar del camino, sabe más la tortuga que la liebre”

Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!

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