Por los caminos del Señor
Hola… Muchas veces los miedos y los temores que tenemos los seres humanos, no digo que sean invenciones de nuestra mente. Es la realidad la que nos golpea y en vez de fortalecer nuestra personalidad, nos la va socavando y en muchos momentos nos hace sentir prácticamente inútiles para emprender cualquier tarea de la vida.
No obstante, a veces, a través de la historia que quiero contarte, podemos sentir miedos y temores infundados sin mayor razón, incluso teniendo a nuestro alrededor a personas que nos motivan a descubrir nuestra valía.
Dos semillas se encontraron en el camino de la vida, una de ellas le decía a la otra: Soy la semilla más feliz del mundo porque muy pronto me van a sembrar en la tierra, echaré profundas raíces, creceré como un robusto tronco, de mí saldrán ramas, hojas, flores y frutos… Sueño que esto suceda cuanto antes porque esta es mi mayor ilusión.
Sin embargo, la otra semilla no la escuchaba con mucho entusiasmo porque su idea para poder desarrollarse era completamente distinta. Le tenía miedo a la tierra, le tenía miedo a que sus raíces busquen la profundidad y por lo tanto a la oscuridad, tenía miedo de que su tronco fuera débil, que sus ramas no echaran flor ni frutos, todo le asustaba… y pensó: Lo mejor que me puede pasar es quedarme siempre como una semilla.
A ambas semillitas las sembraron juntas, una cumplió con sus sueños e ilusiones, la otra no hizo absolutamente nada, quedándose como una semilla más.
Sin embargo, sucedió algo en la primavera, mientras una crecía en su esplendor, la otra semilla fue encontrada por una gallina, quien picoteando la tierra la vio como manjar y se la comió.
¿Con cuál de las dos semillas te sientes identificada?
Es verdad que ambas tenían razón en su forma de pensar o mejor dicho, tenían sus propias razones para pensar en su futuro. Sin embargo, una de ellas por sus miedos y su falta de decisión terminó siendo comida por la gallina y es posible que nos pase algo similar, cuando nos instalamos en nuestro espacio de confort y no somos capaces o no queremos darle valor a la aventura de la vida.
“No le digas a Dios cuán grandes son tus problemas, más bien dile a tus problemas cuán grande es tu Dios”.
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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