Por los caminos del Señor
Hola… A partir de este domingo del mes de noviembre, nos vamos acercando a una de las fechas más emotivas de nuestro calendario litúrgico y de nuestra tradición cristiana: LA NAVIDAD. Para muchos o al menos para algunos, puede resultar un poco chocante que en el mes de noviembre se hable de la Navidad en esta columna y aunque te parezca extraño, lo hago porque los medios de comunicación como la televisión o la radio, ya desde ahora nos avisan que estamos en un tiempo de preparación para la Navidad.
La mayor parte de estos avisos nos hablan de regalos, comidas, prendas de vestir… Todo ello material y por qué negarlo, cabe perfectamente en nuestra tradición y no ofende en modo alguno nuestra celebración cristiana. Respeto otros pareceres.
Sin embargo, quisiera proponerte para esta Navidad un regalo especial, a casi dos meses de estas entrañables y bendecidas fiestas. Hay alguien que necesita o mejor dicho, ambos necesitáis una sincera conversación, cuyo destino final sea un interminable abrazo el 24 de diciembre.
La casa de un perrito se puede hacer en una semana, una vivienda en varios meses, un hogar necesita toda una vida y para ello es importante que desde ya, en este primer domingo de noviembre, sembremos con entusiasmo la semilla de la reconciliación y llegada la Navidad, recojamos el fruto del abrazo del alma que surge del perdón mutuo.
Cuando se abraza con el alma no hay vencidos ni vencedores, hay dos almas que siempre debieron estar unidas pero que las sin razones de la mente las pudieron haber separado. Si en la conversación de este domingo surge en ti, amigo lector, la inquietud de preparar este año una Navidad diferente, una Navidad de reconciliación, cada palabra de esta conversación ha tenido una importante razón de ser.
A veces, como alumnos nos hemos encontrado en nuestros años de juventud con recuerdos que posiblemente sean muy recurrentes, como dejar la tarea que nos ponen los maestros para última hora. Creo que la mayor parte de quienes estamos en esta conversación, ya tenemos una edad en la que tenemos muy claro este concepto: “No dejes para mañana, lo que puedes hacer hoy”.
No le digas a Dios cuán grandes son tus problemas, más bien dile a tus problemas cuán grande es tu Dios”.Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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