Por los caminos del Señor
Hola… Cuando era niño, en la comarca donde nací se vivía principalmente de la ganadería y de la agricultura.
Todos los productos que se sembraban y cosechaban eran sobre todo para consumo familiar. Hubo una época en la cual para poder comprar insumos que no se producían en la comarca, se tenía que vender lo producido para comprar lo que no teníamos. En definitiva esto siempre ha existido y se llama trueque.
De igual manera, en el aspecto de la ganadería la producción de leche era vendida en un cien por cien, al igual que la producción de carne y la compra y venta de caballos. En aquella época en mi pueblo no había rebaño de ovejas. Recuerdo que de niño por la calle que pasa al lado de mi casa, los arrieros bajaban de la montaña a finales de septiembre con sus rebaños de ovejas para llevarlos a lugares más secos y de menos nieve.
Mi pueblo es comienzo de montaña y estos rebaños venían de lo más alto de las montañas que se ven desde mi pueblo, que a partir de octubre o noviembre están prácticamente llenas de nieve, y por lo tanto es muy difícil para los rebaños de ovejas por el frío de temperaturas bajo cero y porque los campos están cubiertos de nieve de hasta un metro de altura en algunos casos.
En aquella época bajaban los arrieros y sus ovejas con los corderos sobre la monta de un caballo o un asno.
Hoy también lo hacen pero más modernizados, en pick up todo terreno con tolvas para colocar a las ovejas heridas o a los corderos recién nacidos.
Hoy en mi pueblo ya hay rebaño de ovejas y el pastor es un amigo mío, Manolín. Nunca se me podrá olvidar que de niño su madre murió de cáncer a inicios del año 60 y recuerdo que ese suceso me entristecía enormemente cada vez que veía a Manolín. Los niños del pueblo comentábamos que él ya no tenía mamá y demostrábamos una solidaridad de dolor profunda y sincera.
Hoy Manolín tiene su rebaño en mi pueblo, que también es el suyo y cuando voy a pasear al campo me llama la atención el cariño de esta persona, 2 o 3 años menor que yo, pero mutuamente nos tenemos un gran aprecio y cariño.
El próximo domingo te contaré la historia que hoy no he podido contarte.
“No le digas a Dios cuan grandes son tus problemas, más bien dile a tus problemas cuan grande es tu Dios”.
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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