Por los caminos del Señor
Hola… Agradezco que este domingo acudieras a la cita de la invitación que te hice el domingo pasado, para poder recorrer juntos experiencias de la vida de las cuales podamos extraer para nuestra historia personal los mejores elementos que nos proporcionen felicidad.
El domingo pasado recordábamos bellísimas historias que nos ofrecen las aves, como el ritual de apareamiento de las águilas, donde buscan una pareja con la que puedan construir un futuro sólido, demostrando habilidades tanto en el hogar como en la construcción del nido así como otras más, las cuales les permiten mirar al futuro y ofrecer lo mejor a sus hijos.
Sin perder de vista el mundo animal, te transcribo este correo electrónico que me llegó hace algunos meses a Ritmo Romántica y lo comenté “al aire”. En esta oportunidad lo compartiré contigo: “Hace algún tiempo conocí a una chica y comencé una relación con ella, me esforcé al máximo para complacerla y hacerla feliz, pero nada de lo que hacía parecía ser suficiente.
A pesar de que me estaba entregando al cien por ciento, no conseguía que esta persona estuviera a gusto. Nunca llegó a sentirse agradecida por todo lo que le entregué. Tenía todo para ser feliz, pero sencillamente no era feliz. Aquella relación acabó y aquel momento o aquellos días de ruptura fueron en aquella circunstancia lo más doloroso que viví, pero la vida me dio otra oportunidad conociendo a otra persona. Sinceramente por la situación personal que estaba viviendo, por lo vivido en mi primera relación, no podía tener la misma disponibilidad con ella. Tenía un cierto descontrol en mi vida que me desordenaba en algo que siempre fue importante en mi vida, pero ella simplemente agradecía mi presencia. Nos faltaba muchas cosas, pero ella se sentía feliz”.
Al contarte esta historia, aprendí algo importante para mi vida: La felicidad de los demás no depende de nosotros. Jamás podrás hacer feliz a una persona que está programada para ser infeliz.
Es posible que la felicidad no dependa de terceras personas. Depende de un estado emocional en el que ya habitamos y de nuestra disposición a compartir la felicidad con otras personas. La persona debe sentirse felizmente completa y compartir esa felicidad con lo que está añadiendo valor a su vida. Si eres una persona alegre y feliz, eso compartirás. Si estás cargado de infelicidad, eso compartirás.
Lo que acabo de compartir no es un camino de vida, es para mí la experiencia de mi vida.
“No le temas al mañana, porque Dios ya está allí”. San Agustín
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
Contáctanos en Facebook: Padre Pablo.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, X, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.