Por los caminos del Señor
Hola… Viajemos en el tiempo y aterricemos en el año 1979, en el mes de octubre en la ciudad de Lima, concretamente en la parroquia Nuestra Señora del Consuelo. Desde esa época hasta el día de hoy, transcurridos casi 45 años, me cabe ser dueño de una historia en la cual he podido escribir y fotografiar varios momentos importantes y si me acompañas, el día de hoy te narraré uno de ellos.
Seguimos en la parroquia Nuestra Señora del Consuelo, a mediados del mes de octubre del año 1998, es domingo y como todos los domingos a las 8:00 de la noche, celebro la misa dominical.
En el tiempo transcurrido he conocido varios párrocos, pero en la época de este relato de ese domingo, eran alrededor de las 9:00 de la noche, frente a mí estaba el Padre Miguel con un cigarrillo en la mano y yo sentado en la mesa del comedor, degustando las delicias que él sabía que me gustaban y que todos los domingos me preparaba después de la misa. De más está contarte que había chorizo, jamón, latas de sardinas, latas de mejillones… y un sin fin de exquisiteces, con las cuales me agasajaba el Padre Miguel. En este marco referencial, de pie y con el cigarrillo en la mano, me dijo: Pablo, voy a construir un colegio. Yo le pregunté: ¿Dónde? Me respondió: Frente a ti hay un hermoso jardín.
En esa época, al fondo había una canchita para jugar fútbol, la cual se usaba en verano para que equipos de jóvenes de la zona jugasen un campeonato de fulbito. Señalando ese lugar, me dijo: Allí voy a construir un colegio y el próximo 15 de marzo vendrán los primeros alumnos para el inicio de clases.
Apenas faltaban 6 meses, no había nada y el 15 de marzo de 1999 es decir, hace 25 años nació el colegio desde el cual escribo estas líneas.
Un hombre que soñaba, que tenía una fe inquebrantable en Dios y en la Virgen, de ahí el nombre Nuestra Señora del Consuelo, y como las grandes obras de la humanidad no están exentas de esta palabra: Con esfuerzo se dan los milagros.
El lema de los 25 años del colegio es: “Vamos por más”.
Toda gran obra tiene su historia y como yo la conozco, te la conté. Algún día te seguiré contando más.
“En el silencio de la oración, escucharemos la voz suave de Dios guiándonos”
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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