Por los caminos del Señor
Hola… Comenzado este mes de mayo, ofrecemos cada día una oración de gratitud a nuestra madre, la Virgen María, y recibiendo su protección hacemos posible que la invaluable ayuda de la Virgen en nuestras vidas sea siempre motivo de inmensa gratitud para nosotros. Te invito a que me acompañes en la lectura de este texto escrito por Khalil Gibran, y luego compartamos unos breves comentarios antes de despedirnos.
“Dicen que antes de entrar en el mar, el río tiembla de miedo. Mira para atrás todo el camino recorrido, las cumbres, las montañas, el largo y sinuoso camino abierto a través de selvas y poblados, y ve frente de sí un océano tan grande, que entrar en él sólo puede significar desaparecer para siempre. Pero no hay otra manera, el río no puede volver. Volver atrás es imposible en la existencia. El río necesita aceptar su naturaleza y entrar en el océano. Solamente entrando en el océano se diluirá el miedo, porque solo entonces sabrá el río que no se trata de desaparecer en el océano, sino en convertirse en océano”.
Me veo en un jardín, rodeado de árboles, sentado a la sombra de uno de ellos. Analizo mi experiencia personal al nacer en el campo y crecer en una comarca bañada por dos ríos: el Omaña y el río Luna, que se unen en el término municipal de mi pueblo formando el río Órbigo. Al recordar esta geografía, pienso en el transcurrir de nuestras vidas, especialmente la mía. Al repasar el texto de Khalil Gibran, todo cobra sentido en la vida, porque no puede haber un final más feliz que aquel que, desde la fe, al llegar al término de nuestro camino en este mundo, nos transforma en amor total dentro del CORAZÓN DE JESÚS.
No es necesario proyectarnos hacia un futuro lejano, ya que el análisis de nuestra vida podemos realizarlo en cualquier momento y lugar. Me imaginaba a mí mismo en mi ancianidad, sentado en el jardín de la parroquia Nuestra Señora del Consuelo, bajo la sombra de un árbol y saboreando el pasado, viviendo plenamente el presente y sintiéndome feliz al saber que el río de mi vida buscará el océano, no para desaparecer, sino para convertirse en él.
Al iniciar esta conversación y antes de despedirnos, pedimos a la Virgen, en su mes de mayo, que ella encauce nuestras aguas, para hacer un río de vida y no un huaico de destrucción.
“No le temas al mañana, porque Dios ya está allí”. San Agustín
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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