Por los caminos del Señor
Hola… Han pasado muchos años, tantos que casi he olvidado la historia que te voy a contar hoy. Su protagonista es Ulises, un guerrero de la antigua Grecia que luchó en la célebre guerra de Troya, una contienda que quedó grabada en la historia gracias a la astucia que llevó a su victoria: la creación de un inmenso caballo de madera. Este caballo, ideado como un ingenioso truco, fue presentado como un regalo al rey de Troya y colocado a las afueras de las imponentes murallas que defendían la ciudad.
La ubicación de Troya, una fortaleza cerca del mar pero situada en una cima casi inexpugnable, sumada a sus sólidas murallas, había frustrado todos los intentos del ejército invasor. Sin embargo, con el caballo de madera ofrecido como presente, el rey aceptó lo que parecía ser un obsequio inocente, sin sospechar que dentro de él se escondían soldados. En la oscuridad de la noche, estos hombres descendieron del caballo y tomaron Troya por sorpresa, asegurando una victoria que cambiaría el curso de la historia.
Pero lo que realmente quiero compartir contigo es el desenlace personal de Ulises, uno de los héroes de esa guerra. Tras la caída de Troya, Ulises emprendió el largo y tortuoso regreso a su hogar, una travesía que le tomaría 20 años. Durante ese tiempo, temió por su vida y, al llegar finalmente a Ítaca, se disfrazó de mendigo para no ser reconocido. De hecho, nadie lo reconoció, ni siquiera su esposa o sus hijos. Solo su fiel perro, Argos, quien lo había esperado pacientemente durante esos 20 años, lo identificó de inmediato. Estaba ya viejo, débil y gravemente enfermo, pero en cuanto Ulises se acercó, movió su cola con dificultad, reconociendo a su dueño. Ulises, intentando pasar inadvertido, trató de ignorar a su perro, pero no pudo evitar que una lágrima escapara de sus ojos, y Argos lo comprendió. Ninguno de los dos había perdido el cariño que siempre se tuvieron, a pesar de haber pasado 20 años. Ulises siguió su camino y Argos murió al día siguiente.
Las historias relatan momentos que, en algunos casos, solo el alma es capaz de entender. Estoy seguro de que muchos de vosotros tenéis una mascota en casa y podéis dar fe de que lo que os cuento es verdad. Y no solo eso, sino que hay libros y películas que testimonian estos hechos llenos de nostalgia y emoción, porque tanto en el mundo animal como en el humano se pueden alcanzar cimas insospechadas que dejan huellas imborrables.
“El Señor de los Milagros es nuestro consuelo.”
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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