Por los caminos del Señor
Hola… Esta historia me la contó nuestro común amigo el Filósofo de la Encalada. Me dijo que la vida nos suele poner siempre, resalto la palabra siempre, personas que han de ser espacios donde podamos realizarnos con su ayuda, en plenitud.
Había una vez un jardín con una inmensa variedad de flores. Entre todas ellas, una destacaba como la más vistosa y admirada. Su tallo, sus hojas y el color de sus pétalos emanaban una belleza sin igual. Un día, pasó por allí una persona que, al ver la flor, le dijo que no podía ser tan bella teniendo a su lado un feo sapito. La flor, que hasta entonces no había prestado atención al sapito, quedó pensativa. El caminante insistió en que cuidase su estética y que no permitiera que algo feo la desluciera.
La flor, convencida por las palabras del caminante, se inclinó hacia el sapito y le dijo: “Quiero que te vayas de mi lado, eres un ser feo y repugnante. Mi belleza no aguanta tu fealdad”. El sapito, sin decir nada, obedeció y se fue. Cruzó el jardín y se internó en el bosque.
Pasaron algunos meses. El sapito, curioso por saber qué había sido de la flor, decidió regresar al jardín para visitarla. Grande fue su sorpresa al encontrarla convertida en una auténtica calamidad. Se acercó y le dijo: “¿Qué ha pasado contigo? ¿Por qué estás así? Has perdido tu belleza y ahora eres la flor más deprimida de todo el jardín, cuando antes eras la más hermosa.”
“No lo sé,” respondió la flor. “Desde que te fuiste, comencé a ponerme así.” El sapito entonces le dijo: “Cuando yo estaba contigo, te cuidaba y protegía de tus enemigos. Pero cuando me fui, ellos aprovecharon para hacerte daño y convertirte en lo que eres ahora.”
Mi amigo me dijo: “Nunca evites a las personas que Dios ha puesto a tu lado, porque con ellas eres todo y sin ellas eres nada”. En la vida, no son las apariencias lo más importante. Lo importante es que te quieran y te cuiden.
“En tu trabajo eres uno más, en tu hogar eres único”.
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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