Por los caminos del Señor

Hola… Una de las grandes preguntas que marcan nuestro destino es: ¿cuál es el camino más acertado para tomar en el resto de nuestras vidas? Siempre existe una decisión que parece ser la más correcta para evitar errores y, por lo tanto, no tener que retroceder para buscar una nueva opción. A veces, esto nos lleva al fracaso. En otras palabras, una mala decisión puede llevarnos al fracaso.

Un hombre caminaba por un campo de trigo, acompañado por su discípulo. En un momento dado, el discípulo preguntó: “Maestro, ¿cómo puedo identificar el verdadero camino en mi vida? ¿Cuál es el secreto para encontrar el camino más acertado que me lleve a mi destino?” El maestro no respondió de inmediato.

Continuaron caminando hasta que el maestro notó algo reluciente en la mano derecha del discípulo y preguntó: “¿Qué es eso que llevas en la mano?” El discípulo respondió: “Maestro, es un valioso anillo de oro. Su verdadero valor radica en que mi padre, antes de morir, me pidió que lo guardase y cuidase hasta que nos reencontremos en la eternidad”.

El maestro, escuchando atentamente, le preguntó: “¿Puedo pensar que este anillo es lo más importante que tienes en tu vida?”
“Sí, maestro, no hay nada más importante que el anillo de mi padre”.

“Permíteme”, dijo el maestro, “¿puedo tenerlo en mi mano?”

El discípulo accedió y el maestro, cerrando la mano, lanzó el anillo con fuerza hacia el campo de trigo. El discípulo quedó sorprendido y molesto. “Lo más valioso que tengo en mi vida lo ha arrojado al campo. Ahora tendré que dejar todo lo que estoy haciendo para buscar ese anillo, porque es lo más importante para mí”. El maestro respondió: “Acabas de dar respuesta a tu pregunta. Descubrir el verdadero camino de la vida no es más que luchar por encontrar aquello que consideras más valioso, aquello con lo que sueñas, lo que te ilusiona, tus tradiciones familiares, tu fe en Dios. Como dice el evangelio de San Mateo 22, 37-39, Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente y amarás a tu prójimo como a tí mismo.

“El amor es la belleza del alma “ San Agustín Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!

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