Por los caminos del Señor
Hola…
Hoy quiero compartir contigo una anécdota que me dejó una profunda reflexión. La escuché en una entrevista que circulaba en Facebook, en la que participaba un personaje muy conocido de las décadas de los 80 y 90 en España.
Vamos por partes. Se trata de Mario Conde, un hombre que, en las décadas de los 80, 90 y principios del 2000, era considerado un ícono del éxito en el mundo empresarial. Nacido en Galicia, su creatividad y acierto le permitieron construir una de las mayores fortunas de aquella época. Su porte elegante y su característico cabello engominado causaban una gran impresión dondequiera que iba.
En aquellos tiempos, si se preguntaba a los jóvenes a quién admiraban o querían imitar, muchos respondían: “A Mario Conde”. Pasaron los años y, por temas que no vienen al caso, terminó en la cárcel.
Durante una entrevista reciente, el propio Mario Conde relató algunos momentos significativos de sus más de 70 años de vida. Hubo un episodio en particular que me impactó profundamente. Estando en prisión, se le acercó un joven que le dijo:
“Señor Conde, la cárcel le ha salvado la vida”.
Mario Conde, desconcertado, le preguntó qué quería decir con eso. El joven respondió:
“Yo formaba parte de un comando de aniquilamiento de la banda terrorista ETA. Teníamos una misión concreta: acabar con usted. Pero al saber que estaba en la cárcel, desistimos”.
La reflexión que Mario Conde compartió después de ese encuentro me llevó a reflexionar también. ¡Cómo es posible que lugares o situaciones que nunca elegiríamos puedan convertirse en espacios donde encontramos salvación, enseñanzas o incluso éxito! Y, al contrario, cómo escenarios que consideramos ideales pueden atraparnos en un confort que impide nuestro crecimiento personal y profesional.
No cabe duda de que es una simple anécdota, pero para mí es muy significativa. A menudo, nos preocupamos demasiado por identificar el “lugar perfecto” donde prosperar, pero olvidamos que, en ocasiones, la vida nos coloca en situaciones que pueden ser justo lo que necesitamos. Sin embargo, las despreciamos con pensamientos como: “La vida no ha sido justa conmigo”.
“Los libros, las mentes y los paraguas solo sirven si se abren”
Gracias por llegar hasta aquí.
Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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