Por los caminos del Señor
Hola…
Al inicio de estas “cuatro letras”, solo cabe una palabra: GRATITUD. El domingo pasado te compartía la historia personal que he vivido con el diario EXPRESO, una historia de posibilidad que, si bien es cierto, nació en un momento de profundo dolor para una familia que enterraba a su hijo, aquel instante engendró la oportunidad para que, en estas líneas que escribo, pueda comunicarme con ustedes.
Han pasado 35 años, y hemos podido encontrarnos 1,887 veces, que corresponden a las mismas semanas transcurridas desde el año 1990 hasta la fecha.
Todo ello ha dado pie a que esta semana, concretamente el martes 29 de julio a las 6:00 de la tarde, en el auditorio José María Arguedas, de la Feria Internacional del Libro, se realizara la presentación del libro Momentos de Paz. De las 1,887 columnas publicadas, 80 dan vida a esta obra.
Representando a don Antonio Ramírez estuvo Juan Pablo Chirito y, representando a Libut, Juan Manuel Cárdenas, quienes son mis pies para llegar a ustedes a través de este libro: por un lado, la dirección del diario EXPRESO, y por otro, la dirección de Libut, que ha sido la editora de esta publicación.
Terminada la presentación, durante cerca de dos horas, se me acercaron personas para que plasmara unas palabras en la primera página de sus libros. Todas ellas fueron, de mi parte, palabras de profunda gratitud por haber asistido a la presentación y por haber llegado, como decimos en cada columna, al final de la historia.
No solo me siento satisfecho, sino profundamente agradecido a Dios. Recogiendo algunas frases que me dijeron al momento de firmar los libros: “Ha sido usted para nosotros una estrella que nos ha iluminado en los días oscuros y tenebrosos de nuestras vidas, a través de sus escritos o palabras en la radio”. Y yo les respondo: ustedes son el firmamento, un firmamento que habita en mi corazón, desde el cual nace el impulso para seguir soñando en cada una de las columnas que, domingo a domingo, escribimos en esta esquina del periódico.
Si bien es cierto que en la dedicatoria figura el nombre de mi familia de sangre, no cabe duda de que no es la única página del libro. Porque en todas, hasta la última, está cada uno de ustedes, quienes —y no es una frase dicha al azar— son la auténtica razón de este encuentro semanal.
Don Antonio, Juan Pablo, tengo la esperanza de que, desde esta columna, muy pronto nos veamos también a través de otras posibilidades que EXPRESO me brindará. Que no solo las cartas de cariño y afecto lleguen cada domingo, sino que, en este mundo de tecnología y de comunicación, podamos estar unidos en varias plataformas. Lo que Dios quiera.
Ese sueño… ¡Alcánzalo!
Gracias por llegar hasta aquí.
Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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