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Por los caminos del Señor

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Fecha Publicación: 11/10/2025 - 21:40
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Hola… En la mañana del jueves de esta semana, mientras escuchaba la radio, un cuentacuentos logró que me detuviera a oír una historia muy emotiva para mí. Era el mismo cuento que mi madre, hace más de sesenta años, solía contarnos a mi hermana y a mí para enseñarnos que, cuando algo se hace bien, dura para siempre. Mi madre me lo relató mil veces, y las mil veces la escuché con atención y con gusto. Por eso, al oírlo nuevamente el jueves, sentí que el presente se unía con aquel ayer en que mi madre me lo contaba una y otra vez.
Este es el cuento:
Había una vez tres cerditos que vivían en un bosque. Un día, el mayor les dijo a sus hermanitos: Vamos a construir una casa para cada uno de nosotros. Los otros dos asintieron alegremente.
El primero construyó una casita de paja, porque era blanda y fácil de atar. Pero cuando vino el lobo, escucharon: ¡Soplaré, soplaré y esta casa derribaré! El lobo sopló y la casa cayó.
El cerdito corrió entonces a refugiarse en la casa de su hermano, que había sido construida con madera, pues cerca había un bosque con abundantes troncos. Los dos cerditos menores se escondieron allí. Cuando el lobo llegó, repitió: ¡Soplaré, soplaré y esta casa derribaré! Y así fue: también la casa de madera cayó.
Ambos corrieron a la casa del cerdito mayor, quien había trabajado con empeño y había hecho su casa de ladrillo, fuerte y segura. Allí se reunieron los tres. Llegó el lobo feroz y comenzó a soplar y soplar, repitiendo: ¡Soplaré, soplaré y esta casa derribaré! Pero esta vez no lo logró. La casa era firme y resistente.
Los tres cerditos estaban felices y tranquilos, cuando de pronto escucharon un ruido. El cerdito mayor se dio cuenta de que el lobo intentaba bajar por la chimenea. Sin embargo, como había encendido una gran fogata, el lobo se quemó la cola y salió corriendo de la casa. Y, que sepamos hasta hoy, nunca más volvió.
Cuánto me gustaba escuchar a mi madre contar este cuento. Lo hacía maravillosamente bien: tenía una voz privilegiada y una habilidad especial para narrar. Al final, como decía mi madre, cuando algo se hace bien, dura para siempre.
“El Papa León XIV, un Milagro del Señor”
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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