Por los caminos del Señor

Hola…
La verdad es una sola, aunque las historias que la narran puedan ser diversas. Hoy quiero contarte una historia que puede o no ser cierta; sin embargo, los datos que poseo me llevan a concluir que, en efecto, es verdad.
En el reino de León, en el año 1033, reinaba una mujer llamada Doña Urraca, quien mantenía una relación muy cercana con el rey de Egipto. En aquel tiempo, el reino de León brindó su ayuda al monarca egipcio, y este, en señal de gratitud, compensó a Doña Urraca con diversos regalos. El más importante de ellos fue entregado a la propia reina: el Santo Grial, es decir, el cáliz con el que Jesús instituyó la Última Cena en Jerusalén.
Desde el año 1033 hasta hoy, el camino del Santo Grial ha quedado fehacientemente contrastado por la historia. En estos últimos mil años podemos afirmar con seguridad que su autenticidad se sostiene. No obstante, en relación con los primeros mil años, aunque existen documentos que atestiguan y demuestran que se trata del Santo Grial, debo reconocer con sinceridad que subsiste un margen de duda, como suele ocurrir naturalmente en la historia.
Actualmente, el Santo Grial se encuentra en la ciudad de León, en la Real Colegiata de San Isidoro, y puede contemplarse en su museo. Grabé un TikTok sobre esta historia, pero lo que viví la semana pasada fue tan maravilloso, donde se dieron circunstancias tan especiales que hicieron de ese momento para mí inimaginable e imborrable.
El lugar donde se custodia el Santo Grial es una sala de piedra cuya iluminación crea, desde el momento en que se ingresa, un ambiente único e irrepetible. Basta decir que, al entrar en este museo —y de manera especial en esta sala dedicada únicamente al Santo Grial—, tiene medidas de seguridad que solo se explican por el valor incalculable del objeto sagrado que allí se guarda. El ingreso mismo tiene un carácter místico, que va gestándose desde las salas anteriores, algo semejante a lo que uno experimenta al entrar en la Capilla Sixtina.
Ya frente al cáliz, la luz tenue que ilumina la sala de piedra y la claridad que recae sobre el cáliz sagrado producen un efecto que paraliza y, al mismo tiempo, eleva el espíritu hasta aquel lugar donde, hace dos mil años, se celebró el misterio sagrado de la Última Cena.
Cabe señalar que, al iniciar el recorrido por el museo de la Real Colegiata de San Isidoro, es necesario dejar cámaras y celulares, pues está terminantemente prohibido grabar, tanto por razones de seguridad como por el carácter extraordinario del cáliz de la Última Cena.
¿Cómo llegué a este lugar y filmé el Santo Grial? Eso te lo contaré el próximo domingo.
“Que la sed no te haga beber del vaso equivocado”
San Agustín
Gracias por llegar hasta aquí.
Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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