Por los caminos del Señor
Hola… Una de las frases que me ha hecho reflexionar sobre mi vida y la de mis hermanos, es aquella que escuché a un viejo amigo que, además, está viviendo muy cerca de la parroquia Nuestra Señora del Consuelo, donde vivo ahora. Conocido por todos, es nada más y nada menos que el “Filósofo de La Encalada”, avenida que está apenas a una cuadra del colegio y de la parroquia a la que pertenezco.
Me visitó hace dos días para darme la bienvenida y me llamó la atención porque me preguntó si yo jugaba al ajedrez; le contesté que no, pero que sí conocía el juego e incluso en la radio entrevisté, en la década de los noventa, a un gran ajedrecista peruano, de Camaná, el maestro Julio Granda. Años después, dos hermanos de la familia Cori también despuntaron a nivel mundial en este mismo juego.
-Pues muy bien, me dijo el Filósofo, tú sabes que el juego del ajedrez es muy similar a la vida de los seres humanos porque, cuando se termina, el rey y el peón se guardan en el mismo cajón.
Hablamos de otras muchas cosas, pero cuando se fue me quedé reflexionando en ¡cómo los seres humanos pensamos que nuestras posiciones en este mundo son eternas! y la vida como el juego del ajedrez tienen un tiempo definido; cuando este termina, todas las piezas son recogidas y guardadas juntas, en una caja. Ahí está el rey, la reina, el alfil, el caballo, los peones…
Hoy la Iglesia nos recuerda la festividad de “Cristo Rey”, la que nos ha explicado magníficamente nuestro amigo, Mons. José Luis del Palacio; sin embargo, desde estas palabras que compartimos cada domingo, me parece muy oportuno preguntarnos: ¿hacia dónde caminamos? Si somos solamente humanos todo termina en este mundo y si tenemos una trascendencia, esta culmina justamente en la fiesta que hoy celebra la iglesia, “Cristo Rey”, quien lo ha de ser de nuestras vidas y de nuestros corazones.
Encontrarme con el “Filósofo de La Encalada”, es para mí un motivo de satisfacción porque lo vamos a tener con nosotros con mayor frecuencia, además de poder juntarnos presencialmente, por supuesto cuidando nuestra distancia. Con gran experiencia nos puede marcar un camino como el de tomar conciencia de lo que somos y al mismo tiempo dejarnos ver hacia dónde vamos.
El año litúrgico culmina con esta fiesta, para encontrarnos el próximo domingo con el inicio del año litúrgico que es el primer Domingo de Adviento.
“No se hace un país diferente con gente indiferente”.
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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