Poesía y libertad
Son tiempos difíciles para la humanidad, tiempos en que la sociedad va involucionando cada vez más. Actualmente se observan más señales de retroceso. De seguir así su devenir es su propio colapso: hecho solo entendible porque las ideas oscurantistas arremeten contra todo espacio construido como sociedad. Esto es pues el resultado de un constante ataque a lo más sagrado del hombre: su libertad. Son tiempos donde podemos observar la aparición peligrosa de ese agujero negro como producto de un asedio sostenido de quienes buscar arrinconar a la sociedad y que sea el individualismo, con todas sus variantes, la suprema forma de manifestación y desarrollo de la persona. Al respecto Lawrence Ferlinghetti escribió en su manifiesto sobre la poesía como un arte insurgente: “¿Para qué sirven los poetas en épocas como éstas? ¿Cuál es la utilidad de la poesía?” La poesía es crucial, a través de los tiempos siempre emergió rompiendo todos los fuegos; la historia nos documenta que siempre se sacudió de todas las cenizas y siempre aromó la ruta por donde el hombre transitó en busca de la ansiada libertad. La poesía es fundamental no solo como un complejo constructo de lenguaje sino porque, a pesar de ser una manifestación personal, es un hecho eminentemente social que involucra las más sagradas aspiraciones del hombre: el ejercicio de la democracia, cuyo eje central es su desenvolvimiento en ejercicio pleno de todas sus manifestaciones siendo la primera la libertad.
Estamos en tiempos de la embestida de lo absoluto, de la verdad única, del fin de las ideas divergentes; son tiempos de los horizontes sin luz, de las alboradas de medio segundo. Sus promotores, cual aves malagüeras, anuncian a los cuatro vientos que todo está consumado y lo único que queda es alinearse en fila y caminar bajo el compás de sus tambores. Todo eso en nombre de la falsa libertad. Los pregoneros del fin de la palabra siempre buscarán, usando todos los medios, proscribir a la propia palabra, ellos saben del poder que tiene la palabra, en particular cuando esta se va construyendo una tras otra, y mucho más cuando de esa unión brotan versos: es la poesía, cargada de palabras, sus únicas armas, dispuesta a hacer frente a cualquier afrenta.
Ante la carencia de sensibilidad y empatía con nuestra propia humanidad es la poesía la que muestra el horizonte, es guía y luz, inacabable e invencible. Donde se aplauden los incendios de libros o donde se hace apología a las noches de los cristales rotos, la poesía muestra su única arma: la palabra. Y en esta comunión de sueños por una sociedad más justa nos arropamos con poesía: son tiempos difíciles, estamos en guerra y estamos aquí de pie y deben darse por notificados quienes cantan y hacen alarde de pírricas victorias y afirmamos con Goethe que “Sólo es digno de libertad quien sabe conquistarla cada día”, por eso escribimos poesía.
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