Pierde la casa, gana Odebrecht
Para evitar que se conozca la verdad, el abogado del culpable hace complejo lo simple, siembra señuelos, construye laberintos para que el fiscal se pierda en los detalles. Intentemos hacer un sereno resumen de lo sucedido para tratar de encontrar el hilo de la madeja.
Con el inicio del nuevo milenio, las constructoras brasileñas rompieron el tradicional dominio de las conocidas empresas peruanas, convirtiéndolas en dependientes de quienes ganarían todas las obras importantes. Lo que antes había sido episódico: la influencia de los constructores en la realización de grandes proyectos del Estado mediante compromisos en las campañas electorales, la multiplicación maliciosa del valor original del proyecto, o la compra de la licitación sobornando al ministro, los brasileños lo convirtieron en un eficiente sistema en mérito al aprovechamiento a escala industrial de la deficiente legislación en materia de contratación y de la debilidad de los mecanismos estatales de control.
A diferencia de otros países donde ha operado y abusado el sistema brasileño, la clase política peruana no reaccionó al escándalo inicial haciendo control de daños y amortiguando las consecuencias, por culpa de la polarización entre fujimoristas y antifujimoristas luego de las elecciones de 2016. El resultado ha sido un tsunami que ha barrido con ex presidentes y casi todos los actores políticos, implicados directa o indirectamente con el favorecimiento a empresas como OAS u Odebrecht. Por si fuera poco, la propia administración de justicia encuentra socavada su institucionalidad por la inconducta de varios de sus integrantes, por el aprovechamiento político y selectivo de información, y por el cruento enfrentamiento al interior del Ministerio Público y del Poder Judicial.
Como pocas veces en la historia de la República, el Gobierno está sumamente debilitado y el nuevo Congreso lo estará más aún, mientras el enemigo se mantiene en pie y domina la situación, manejando silenciosamente una estrategia que le permite impunidad y la continuidad de sus multimillonarios proyectos, administrando información con cuentagotas, sacrificando a sus obedientes aliados, aparentando haber sido jaqueado por un pequeño grupo de jóvenes fiscales, sin ninguna experiencia en la negociación con monstruosas mafias transnacionales.
El sistema brasileño ha utilizado a políticos, jueces y abogados, también a periodistas, empresarios e intelectuales, pero el mayor daño ha sido confundir a la opinión pública para deslegitimar el ejercicio mismo de la política. Aprovechando la fragilidad de nuestra sociedad, sin una articulada oposición, podrá colocar su propio gobierno en el 2021.