Perú, potencia mundial
El Perú puede ser una potencia mundial. Lo tiene todo, posición geoestratégica; ventajas sobre Chile para cosechar primero y exportar antes desde su diversidad insuperable; tiene potencia para una industria minera sostenible; la gran pesca; la agroindustria; la petroquímica; la energía. Tiene cuencas, glaciares, bosques, ganado, el aprendizaje de los caminos de una cultura ancestral.
Suena prometedor, pero hay algo que echa a perderlo todo, sus políticos. Mercachifles o sobornables, unos con vena autoritaria otros con el ideario totalitario. Algunos del nivel de pájaros fruteros y otros corrompibles “de segundo piso”. Desde luego, no faltan los que dominan en la sombra o los que prefieren las agendas dominantes del exterior, porque la patria es una categoría que de la paporreta escolar se perdió con los años en una adultez vacía. No extraña que muchos de los que llegaron al poder cedieron territorio peruano hasta reducirnos casi a la mitad.
“La patria se defiende con la vida”, te suena a gesta. Como la de Cáceres sin rendirse como Leónidas en las termopilas o como Bolognesi en el martirio de Arica ¿Harías lo mismo por el Perú? Dirás que sí para no quedar mal, pero ¿entrarías en política para quitarle sitio a los oportunistas? Dirás que sí, por el Perú todo, pero de lograrlo te obnubilaría el oro y el cóctel. Sin patriotismo no hagas nada, tampoco si no amas la libertad. No tientes al destino si no te has dejado capturar por un sentimiento de patria.
Desde muy temprano estudié las mejores formas y experiencias de gobierno, lo hice desde el referente de países sin recursos, sin esa gracia suprema que nos dio ventajas naturales sobre todos. La diferencia es la política. A decir verdad, cualquier sujeto con DNI puede ser gobernante, ocupar un escaño y decidir desde un ministerio. Ya no hay óbice si es un prontuariado, si es peligroso o si ama el oropel y el poder por sobre la patria y la libertad.
Extraemos oro, plata, cobre, zinc, selenio, hierro, bismuto, indio, antimonio, cadmio, molibdeno. Estamos por encima, tenemos los chimpunes de fierro, pero no sabemos patear y cuando lo intentamos llega quien nos cierra la cancha con pretextos que solo esconden su ideología antiliberal. Para destruir y paralizar, les sirve dividir, confrontar, polarizar, hasta hacer del odio su victoria.
La grandeza del Perú está a un salto adelante, el obstáculo es (¡vaya paradoja!) la pequeñez de nuestra política.
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